domingo, 16 de octubre de 2011

RECORDANDO A ROSA ESKENAZY



Resulta curioso el hecho de que sea un cineasta israelí quien recientemente haya devuelto a la gran mayoría de los griegos la memoria de una de las leyendas de la música rebética: Rosa Eskenazy. Todo comenzó en un pequeño club de Jerusalén, donde Roy Sher -que así se llama este director de cine- quedó hechizado por los sonidos del rebético. Un tiempo más tarde, en 2004, Sher descubrió las canciones y la agitada vida de Rosa Eskenazy en la voz de la cantante hebrea Hadas Pal Yarden. Casi en aquel momento, Sher tomo la decisión de salir en busca de las huellas de Rosa, comenzando un periplo de dieciocho meses por tierras de Grecia, Turquía y los Estados Unidos que le llevaría a encontrarse con familiares de Rosa, con músicos que la acompañaron durante sus giras, con historiadores, musicólogos y admiradores suyos de todas las edades que sentían el mismo entusiasmo que él por Rosa y sus canciones. Con las vivencias acumuladas en aquel viaje personal, Roy Sher decidió llevar al celuloide la historia de Rosa Eskenazy a través de un documental que llevaría por título el de una de las viejas canciones de Rosa: "My sweet canary" ("Mi dulce canario").



"My Sweet Canary" - Trailer promocional

El film, que fue presentado la pasada primavera en el Festival de Documentales de Tesalónica, constituye un exuberante viaje musical y cinematográfico por Grecia y Turquía en busca de Rosa Eskenazy, una artista que dio forma e identidad a la música del Mediterráneo oriental durante casi cien años. Tres artistas, tres jóvenes músicos de Grecia, Turquía e Israel, admiradores de Rosa, siguen sus huellas e interpretan su música a la vez que intentan aprender un poco más sobre la vida de esta leyenda del rebético. Ellos son Tomer Katz, músico israelí intérprete de ud y busuki; Martha D. Lewis, cantante y compositora grecochipriota nacida en Inglaterra, y Mehtap Demir, cantante y músico turca. Juntos descubrirán la historia de la judía sefardí que se convirtió en la primera gran estrella del rebético y que dejó un legado de más de 500 canciones en griego, turco, armenio y ladino. Una historia apasionante que intentaremos resumir a continuación.


ROSA ESKENAZY, UNA LEYENDA DEL REBÉTICO

Rosa Eskenazy, cuyo nombre auténtico era Sara Skinazi, nació en el seno de una familia sefardí de Estambul, a finales del siglo XIX. Poco después de la llegada del nuevo siglo, la familia se trasladó a vivir a Tesalónica, que entonces todavía se encontraba bajo el dom
inio otomano. Allí aprendió Sara a leer y a escribir gracias a una vecina que daba clases gratuitas a los niños de la vecindad, siendo esa toda la formación académica que la cantante recibió a lo largo de su vida. Fue en la ciudad de Comotiní, localidad en la que Sara residió junto a su familia por un tiempo, donde los propietarios turcos de una taberna casualmente la escucharon cantar y la invitaron a actuar en su negocio. Sara admitió años más tarde que aquel hecho supuso un punto de inflexión en su vida, pues fue en ese preciso momento cuando tomó la decisión de ser artista. Sin embargo, Sara no vería realizado su sueño hasta su regreso a Tesalónica, donde comenzó a trabajar como bailarina en el Teatro del Gran Hotel para, posteriormente, pasar a actuar ya como cantante en varios cafés y clubs de la ciudad. Su consagración como artista le llegaría tras su traslado a Atenas, ya rebautizada como Rosa Eskenazy, en las postrimerías de la década de los años 20 del siglo pasado.

Fue en un club de El Pireo donde el talento de Rosa resultó descubierto por el compositor y empresario Panayotis Tundas, quien inmediatamente la pres
entó a Vasilis Tumbarakis, director de Columbia Records. Rosa grabó canciones casi ininterrumpidamente desde finales de los años 20 hasta bien entrada la década de los 60. A mediados de los años 30, ya había grabado más de 300 temas para Columbia y se había convertido en una de las más importantes estrellas de la compañía. La artista interpretó toda clase de estilos (canciones populares de Grecia y Turquía, temas tradicionales de las islas, composiciones sefardíes y armenias y, por supuesto, canciones rebéticas, especialmente del estilo smirneiko (de Esmirna).



Rosa siguió siendo una gran figura del rebético durante los años de la ocupación alemana de Grecia. En aquella época, la cantante siguió actuando en Atenas y utilizando sus importantes relaciones y contactos para ayudar tanto a la Resistencia griega como a los miembros de la comunidad judía de la capital. La artista fue descubierta, arrestada y encarcelada por los alemanes, pero evitó que la enviaran a los campos de concentración y consig
uió ser liberada gracias a su muy especial relación con uno de los oficiales del ejército ocupante, que le consiguió un falso certificado de bautismo.

Tras finalizar la II Guerra Mundial, Rosa conoció en Patras a Jristos Filipacópulos, un oficial de policía unos treinta años menor que ella. A pesar de la diferencia de edad, ambos
se enamoraron y dieron lugar a una relación que, de una manera u otra, duraría hasta el final de la vida de la artista.



Rosa Eskenazy - Καναρίνι μου γλυκό (My Sweet Canary)

En 1952, coincidiendo con el declive que la música rebética experimentó en Grecia en favor de otros estilos, Rosa se embarcó en varias giras que la llevaron a visitar Turquía, varios países balcánicos y los Estados Unidos. Es allí donde en 1958, durante una de sus giras, contrajo matrimonio con el norteamericano Frank Alexander. Se comentó entonces que aquel era un matrimonio de conveniencia que permitió a la artista obtener un permiso de residencia para seguir actuando en el país. Sin embargo, Rosa declaró posteriormente que se casó enamorada y que se habría quedado a vivir en los Estados Unidos de no ser por Jristos, el otro amor que la esperaba en Grecia, donde regresó un año más tarde para estar con él. Desde entonces, Rosa y Jristos vivieron juntos hasta el fallecimiento de la cantante.

Durante la década de los 60 del siglo pasado, Rosa Eskenazy grabó nuevamente varias de sus antiguas canciones, y en los 70, tras la caída del régimen de los Coroneles y el consiguiente interés de la juventud por el rebético (un género musical que aquellos habían prohibido), la carrera de Rosa volvió a experimentar momentos de esplendor; principalmente, gracias a sus actuaciones junto a jóvenes estrellas de la época como Yorgos Dalaras y Jaris Alexíu.

Rosa Eskenazy actuó por última vez en público en septiembre de 1977, cuando contaba ya con más de 80 años de edad. Falleció en diciembre de 1980 en una clínica privada de Atenas y fue enterrada, como cristiana ortodoxa, en el pueblo de Stomio, a orillas del Golfo de Corinto.


My Sweet Canary (B.S.O.)

El lanzamiento del documental sobre la vida de Rosa Eskenazy se hizo coincidir con el trigésimo aniversario de la muerte de la artista constantinopolitana. Junto con la película se ha editado también la banda sonora de la misma. Se trata de un cd de título igual al del film en el que participan varios de los músicos y cantantes que tomaron parte en el rodaje; entre otros, los ya mencionados Mehtap Demir, Martha D. Lewis y Tomer Katz, además de la cantante israelí Yasmín Levy, María Koti, Tatavla Keyfi, Dimitris Mistakidis, Katerina Tsiridu o Sotiris Papatragiannis. Un cd que recomiendo vivamente a todo el mundo, especialmente a aquellos que decidan iniciarse en la aventura de conocer la música rebética.



Los actos de homenaje a Rosa Eskenazy, leyenda del rebético, culminarán con dos excepcionales conciertos que tendrán lugar en Tesalónica y Atenas mañana y pasado mañana respectivamente. Las actuaciones estarán a cargo de Yasmín Levy, Mehtap Demir y Marza Frintsila, que acompañadas por una orquesta de diez músicos turcos y griegos, interpretarán canciones griegas, turcas y sefardíes. Las mismas canciones que cantó en su día Rosa Eskenazy y que la convirtieron en la "reina del rebético".



Concierto homenaje a Rosa Eskenazy
Tesalónica, 17/11/2011
Escenario Musical "Stage"
Atenas, 18/11/2011
Teatro "Badminton"