Ayer me puse malito, malo; pero malo de acostarme, vaya... Intentaba escribir algo sobre el problema de Macedonia -tema bastante peliagudo, por cierto- cuando se me vino encima un insoportable dolor de cabeza. Una migraña de esas que solía yo padecer allá por los años de mi primera juventud (debo andar ya por la cuarta o la quinta, no sé...) El caso es que me tomé un "Ibu"... no sé qué, apagué las luces, bajé las persianas y me dejé caer sobre mi sofá de terciopelo rojo Burdeos, querido compañero de las tardes dominicales, dispuesto a descansar un par de horitas, a ver si se me pasaba la cefalea de marras...
... ¡Iluso de mí! A los cinco minutos, todavía en plena lucha por conciliar un sueñecito, llaman a la puerta: es el cartero que quiere que le firme un envío certificado para mi vecino de enfrente, que no está en su casa. Bueno, vale, muy bien. Le echo la firmita pertinente, recojo la carta y regreso a toda prisa junto a mi querido sofá. Con un poco de suerte, tras dormir dos o tres horas, el dolor de cabeza habrá pasado y comenzaré a pensar cómo exponer en el blog el asunto de Macedonia, que no es moco de pavo...
... Poco después, suena el teléfono: decido que no voy a contestar; quien quiera que sea -pienso-, que vuelva a llamar. ¡Y vuelve a llamar! Me levanto maldiciendo en griego (literalmente) y al otro lado de la línea escucho una voz que me resulta conocida:
-¿Está Margarita?
-Señora: llevo cinco días diciéndole que aquí no vive ninguna Margarita. ¡Aquí el único que vive es un capullo! Buenas tardes...
Cuelgo el auricular dando un golpe tan fuerte que me hago daño en la mano. Por tercera vez, me dirijo al sofá con la esperanza de dar, por fin, aunque sea sólo una cabezadita...
... Consigo dormir algo más de media hora. ¡Qué bien! Cuando despierto, siento que el dolor de cabeza va remitiendo; así que decido levantarme y seguir, cómo no, escribiendo sobre el tema de Macedonia. Le doy al interruptor de la luz y...Oh, mon Dieu! No hay luz. Compruebo, mirando por la ventana , que el problema es mío, que el resto del vecindario tiene iluminación en sus casas. Con una vela encendida en la mano, me decido a rastrear el ala oeste de mi "palacio" de cuarenta y cinco metros cuadrados en busca del fusible que debe haberse fundido. Tras localizar la avería y cambiar el fusible, me dispongo a encender el ordenador y comenzar a escribir. Por cierto, ¿de qué iba yo a escribir? Ah, si, ya recuerdo... ¡de Macedonia!
Cuando apenas he conseguido escribir un par de líneas, llaman de nuevo a la puerta: es el presidente de la comunidad de propietarios.
-Tenemos un problema -me espeta con tono grave, ahorrándose cualquier tipo de cortesías o saludos-.
-¡No me diga! -le respondo con un inevitable tono irónico-.
-Sí, señor. Acabo de descubrir que los contadores del agua están mal identificados. Usted está pagando los recibos del agua de su vecino de enfrente; y él, los suyos. Venga, venga conmigo y verá.
Y ahí va Nikolakis, enfundado en su batín gris tormenta, escaleras abajo, con el último recibo del agua en la mano, a ver qué demonios pasa ahora con los contadores. Compruebo que todo está correcto, que el contador que consta como mío es realmente el mío, y que el presidente de la comunidad, un señor ya jubilado, tiene demasiado tiempo libre para inventarse historias.
Entro en casa con un enfado monumental. Me duele de nuevo la cabeza y no quiero saber ya nada de Macedonia, ni de la cena, ni del partido que retransmiten por la tele...¡Me voy a dormir!
Hoy, después de la tardecita de ayer, no pienso ponerme en absoluto a escribir sobre el tema de Macedonia (me da un no se qué...) Pero, eso sí, os dejo el videoclip de un cantante macedonio auténtico; o sea: griego. Su nombre es Nikos Kourkoulis (pronúnciese Kurkúlis, por favor) y nació en Kavala, Macedonia (Grecia). Una pintoresca ciudad con un precioso puerto (ver enlace). Nikos nos canta el tema "Δεν Μπορώ" ("Den Boró") que en castellano significa "No puedo". (¿Qué será lo que no puede el niño este?...)
Que lo disfrutéis.... y felíz fin de semana.
-¿Está Margarita?
-Señora: llevo cinco días diciéndole que aquí no vive ninguna Margarita. ¡Aquí el único que vive es un capullo! Buenas tardes...
Cuelgo el auricular dando un golpe tan fuerte que me hago daño en la mano. Por tercera vez, me dirijo al sofá con la esperanza de dar, por fin, aunque sea sólo una cabezadita...
... Consigo dormir algo más de media hora. ¡Qué bien! Cuando despierto, siento que el dolor de cabeza va remitiendo; así que decido levantarme y seguir, cómo no, escribiendo sobre el tema de Macedonia. Le doy al interruptor de la luz y...Oh, mon Dieu! No hay luz. Compruebo, mirando por la ventana , que el problema es mío, que el resto del vecindario tiene iluminación en sus casas. Con una vela encendida en la mano, me decido a rastrear el ala oeste de mi "palacio" de cuarenta y cinco metros cuadrados en busca del fusible que debe haberse fundido. Tras localizar la avería y cambiar el fusible, me dispongo a encender el ordenador y comenzar a escribir. Por cierto, ¿de qué iba yo a escribir? Ah, si, ya recuerdo... ¡de Macedonia!
Cuando apenas he conseguido escribir un par de líneas, llaman de nuevo a la puerta: es el presidente de la comunidad de propietarios.
-Tenemos un problema -me espeta con tono grave, ahorrándose cualquier tipo de cortesías o saludos-.
-¡No me diga! -le respondo con un inevitable tono irónico-.
-Sí, señor. Acabo de descubrir que los contadores del agua están mal identificados. Usted está pagando los recibos del agua de su vecino de enfrente; y él, los suyos. Venga, venga conmigo y verá.
Y ahí va Nikolakis, enfundado en su batín gris tormenta, escaleras abajo, con el último recibo del agua en la mano, a ver qué demonios pasa ahora con los contadores. Compruebo que todo está correcto, que el contador que consta como mío es realmente el mío, y que el presidente de la comunidad, un señor ya jubilado, tiene demasiado tiempo libre para inventarse historias.
Entro en casa con un enfado monumental. Me duele de nuevo la cabeza y no quiero saber ya nada de Macedonia, ni de la cena, ni del partido que retransmiten por la tele...¡Me voy a dormir!
Hoy, después de la tardecita de ayer, no pienso ponerme en absoluto a escribir sobre el tema de Macedonia (me da un no se qué...) Pero, eso sí, os dejo el videoclip de un cantante macedonio auténtico; o sea: griego. Su nombre es Nikos Kourkoulis (pronúnciese Kurkúlis, por favor) y nació en Kavala, Macedonia (Grecia). Una pintoresca ciudad con un precioso puerto (ver enlace). Nikos nos canta el tema "Δεν Μπορώ" ("Den Boró") que en castellano significa "No puedo". (¿Qué será lo que no puede el niño este?...)
Que lo disfrutéis.... y felíz fin de semana.