lunes, 28 de junio de 2010

LAS FORTALEZAS DE CORFÚ



Cinco barcos de guerra turcos, cinco, se encuentran anclados muy cerca de aquí, en los puertos albaneses de Vlora y Durres. Hace unos días, al verlos pasar bordeando mi costa occidental, sentí cómo un escalofrío me subía por la espalda. Ozoni, Mazraki y Ericussa, las pequeñas islas de norte, se estremecieron y de buena gana se habrían acercado a los puertos de Sidari y Ayios Stefanos en busca de protección. A mí se me fue el pensamiento hacia las fortalezas de la vieja ciudad, que en su día supieron rechazar los ataques otomanos en cinco ocasiones (1430, 1537, 1571, 1573 y 1716), probando así su eficacia y evitando el avance turco hacia el occidente de Europa. Durante más de 120 años (desde 1669 a 1797) Corfú fue de hecho la "capital" de la República de Venecia en el este y fue, junto con Viena, el último bastión de Europa contra la expansión otomana durante los siglos XVII y XVIII: una ciudad identificada con la defensa y la supervivencia de la civilización occidental.


La vieja ciudad de Corfú se encuentra encajonada entre sus dos fortalezas: la Antigua y la Nueva . Ambas son obras maestras de la arquitectura militar y, en tiempos pasados, se encontraban unidas por una larga muralla que proporcionaba protección y seguridad a los corfiotas. Las murallas fueron derribadas posteriormente y hoy sólo quedan dos de las cuatro puertas por las que se accedía a la ciudad. Una es la denominada Porta di Spilia, conocida también como el Arco Boati, justo frente al viejo puerto. La otra puerta es la de San Nicolás, situada junto a la carretera de la costa, al final de la Spianada.



LA ANTIGUA FORTALEZA


La Antigua Fortaleza fue construida sobre una roca de dos cimas sobre la cual empezó a crearse paulatinamente la ciudad bizantina de Corfú (Koryfo) a partir del siglo VI. Sin embargo, la fortaleza, tal y como la conocemos hoy, es el resultado de los trabajos de protección llevados a cabo durante el período de ocupación veneciana (1386-1797). También los venecianos cavaron un foso defensivo, denominado contrafosa, sobre el cual un puente levadizo de madera unía la fortaleza al resto de la ciudad.


La contrafosa

El Ejército griego utilizó la fortaleza hasta el año 1979, cuando se inició su restauración con la finalidad de ser abierta al público. Hoy, la contrafosa se ha convertido en un pintoresco canal lleno de pequeñas embarcaciones. En la fortaleza también se celebran conciertos, exposiciones y toda clase de acontecimientos culturales. A la fortaleza se puede acceder por un puente sobre la contrafosa. Allí puede visitarse un pequeño museo en el que se exhiben algunas obras de arte procedentes de varias iglesias bizantinas. También se puede visitar la iglesia de San Jorge, construida por los ingleses en 1840, a imitación de los templos griegos de la Antigüedad.


Iglesia de San Jorge

A la Antigua Fortaleza se puede acceder también desde el mar por un pequeño puerto llamado Mandraki, en el que atracan pintorescos veleros. Allí mismo, en una pequeña taberna, se pueden degustar varias especialidades locales.



LA NUEVA FORTALEZA

Los venecianos comenzaron la construcción de la Nueva Fortaleza en el siglo XVI, en la ladera de San Marcos, con el objeto de proteger el puerto y los alrededores del noroeste de la ciudad, y fue diseñado por el arquitecto militar Ferrante Vitelli. En 1716, jugó un papel importantísimo en la defensa de la ciudad frente a los turcos, al mando del general Mattias Von der Schulenburg. Durante los años del protectorado inglés (1815-1864) la fortaleza fue restaurada y se construyeron nuevas partes para cuarteles.


Vista de Corfú desde la Nueva Fortaleza

Hoy en día no hay demasiado que visitar en el interior de las murallas de la Nueva Fortaleza, aunque en ocasiones se realizan conciertos y exposiciones. El principal motivo para una visita es disfrutar de unas magníficas vistas sobre la ciudad vieja de Corfú, el puerto viejo y las costas del Epiro y de Albania, esas en donde siguen fondeados esos cinco buques de guerra turcos...



Agradecimientos: Constantinos Sfikas



viernes, 25 de junio de 2010

GRECIA CONSIDERA UN "INSULTO" LA NOTICIA BRITÁNICA DE QUE VENDÍA SUS ISLAS

Atardecer en la isla de Zaκynzos



La noticia de 'The Guardian' de que Grecia ha puesto a la venta algunas islas para afrontar sus deudas ha sentado mal en Atenas. "Se trata de una completa falta de exactitud...fuera de la realidad e incluso un insulto", asegura el portavoz del Gobierno griego, Yorgos Petalotís, en una carta enviada al periódico británico. El artículo afirma que Grecia vende sus tierras, debido "a la incapacidad del Estado para desarrollar la infraestructura básica o vigilar la mayoría de sus islas". El país cuenta con más de 6.000 islas e islotes, pero sólo 227 están habitados.

Además, magnates y armadores griegos y extranjeros, incluidos el fallecido Aristóteles Onasis y miembros de la 'jet set' mundial, son propietarios de islas privadas, de las que varias están en venta. Petalotís señaló que "la compraventa de islas griegas privadas no es nada nuevo ni tampoco es una noticia tanto en Grecia como en cualquier otro lugar", tras confirmar que la de Nafsiká, en el mar Jónico, está en venta desde hace bastante tiempo. Esta isla es de propiedad privada y, según los medios griegos, su precio es de 15 millones de euros. Petalotís también desmintió que su Gobierno negocie con empresarios chinos y rusos para vender parcelas en la isla griega de Rodas y aludió a "transacciones del sector privado de venta de tierras".

Por su parte, el primer ministro griego, Giorgos Papandreu, declaró ante el Parlamento que ya rechazó la venta de terrenos nacionales durante su visita a la canciller alemana, Angela Merkel, en marzo. Entonces buscaba apoyo europeo para sanear las finanzas estatales, y advirtió que "las islas son libres y están bajo soberanía estatal" ante la recomendación de políticos alemanes de venderlas. "Sería una ganancia provisional" y que hay métodos más eficaces para cancelar la deuda soberana, dijo.

Un 'golpe bajo'

Ioanis Kriarás, dueño de Ktimatoemporikí, uno de los mayores agentes inmobiliarios, con sede en la isla de Creta, asegura que el artículo en cuestión "es una mentira. El Gobierno griego no vende sus tierras ni sus islas y las publicaciones al respecto son un golpe bajo contra Grecia". "Lo único posible es que los ayuntamientos vendan o cedan los derechos de parte de sus tierras en subastas públicas para alquilarlas por muchos años o hacer negocios conjuntos con alguna empresa o dueño privado," explicó Kriarás.

'The Guardian' también se refería a la venta de tierras en la isla de Mykonos, paraíso de fiestas y de la 'jet set' y cuya tercera parte de la zona supuestamente en venta "pertenece al Estado griego". Esta venta fue rechazada por el miembro del Consejo Municipal del Ayuntamiento de Mykonos Antonis Kusazanás, quien calificó la eventual operación de "gran mentira".





sábado, 19 de junio de 2010

EL "OLIMPO" DE MANUEL VICENT



Esta mañana, mientras ponía en orden algunas estanterías, encontré dentro de una vieja carpeta unos cuantos recortes de periódicos y revistas de hace ya bastantes años. Son todos ellos columnas o artículos relacionados con Grecia que iré publicando aquí, en el blog, para compartirlos con los lectores y también para que no se pierdan definitivamente. Comenzamos con una columna del escritor Manuel Vicent, publicada en el diario "El País":



Olimpo
Manuel Vicent

Viajaba hacia el Olimpo por la carretera que cruza la llanura de Tesalónica, cubierta de frutales floridos, cuando me sorprendió un atasco producido por un accidente de tráfico. Después de una hora de retención, vi que un camión de gran tonelaje cargado de fresas había aplastado a varios coches y, por encima de la enorme confusión de ambulancias y grúas de bomberos, de pronto, apareció muy limpia la cumbre nevada de ese monte donde habitaron los dioses. Por muy intensas que fueran en su tiempo las pasiones de Zeus y sus compinches no creo que causaran nunca un caos semejante al que había organizado al pie de su mansión la embestida de este volquete. El zumo de las fresas que manaba de las cajas a causa del golpe se confundía con el caudal de sangre de algunos muertos que sacaban los brazos entre cristales rotos y en este caso la fruta machacada creaba sobre las chapas retorcidas de los automóviles el esplendor de la tragedia moderna.

Mi interés por subir al Olimpo se debía a que allí, según me dijeron, hay un restaurante que ofrece una ensalada griega con un surtido especial de aceitunas, entre las cuales están las de Kalamata del Peloponeso, las mejores de este mundo, de modo que, dejando abajo el destino de los mortales teñido a medias con la sangre propia y la de fresa, ascendí por una ladera, que antiguamente fue divina, hoy cubierta de pinos arruinados por la lluvia ácida, hasta alcanzar un refugio en forma de balcón sobre el abismo. Abajo se veía toda la curva del Golfo de Tesalónica y las colinas de Vergina que albergan la tumba de Filipo, padre de Alejandro Magno. Tenía arriba el doble pico nevado del Olimpo y en el plato, la misma ensalada que ya degustaron los reyes de Macedonia. Como me sentía muy cerca del nido de los dioses antiguos creí interesante comunicárselo por teléfono a mis amigos. Traté de utilizar el móvil, pero el cacharro estaba muerto. En el Olimpo no había cobertura. Tal vez las pasiones de Zeus habían dejado un aura muy densa en esa cima hasta convertirla en el agujero negro de la historia. Quise intentarlo de nuevo. Marqué el número del Café Gijón para participar desde allí en la tertulia y esta vez, al otro lado, de forma milagrosa, sonó la voz del cerillero. "Alfonso, di a los de la mesa que estoy en el Olimpo". Me preguntó: "¿Qué haces en un sitio tan raro?" Le contesté: "De momento estoy comiendo aceitunas como un tordo". Dicho esto se cortó definitivamente la comunicación. Desde el Olimpo sólo se oía ya el sonido de las ambulancias.

(Publicado en "El País", el 17 de marzo de 2002)



lunes, 14 de junio de 2010

ANTONIO MARTÍNEZ MENGUAL

Antonio Martínez Mengual en el Museo Ramón Gaya
(Fotografía de J. Zamora, cortesía de Antonio M. Mengual)

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Casi siempre que conozco personalmente a algún lector del blog, tengo la sensación de que me reencuentro con un viejo amigo, con una persona con la que he compartido experiencias, momentos buenos y aciagos y, sobre todo, sentimientos. Mi encuentro con el pintor Antonio Martínez Mengual no constituye una excepción. Al fin y al cabo, ambos somos hijos de una misma patria espiritual; los dos la tenemos como referente, como punto de equilibrio en nuestro quehacer cotidiano, como lugar al que necesitamos acudir, regresar periódicamente en busca del oxígeno y del alimento que nos permitan seguir adelante.


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Supone todo un lujo para mí dejarme guiar por las calles de una hermosa Murcia en primavera por uno de sus hijos más ilustres, una personalidad imprescindible dentro del panorama cultural de la Región. Tras conversar ante un placentero café, sentados en una céntrica plaza, mientras Murcia se despierta poco a poco, iniciamos el periplo por algunos de los espacios culturales más importantes de la ciudad: el Museo Ramón Gaya (donde Martínez Mengual expone actualmente), el Palacio Almudí, la Sala de Verónicas… y terminamos en el estudio del pintor, donde no es difícil advertir en cada rincón la presencia del mundo helénico.


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Antonio me muestra sus libros de poesía griega (de la que es incansable lector), sus cuadernos de viaje, sus fotografías. Me habla de su descubrimiento de Grecia, de sus andanzas y vivencias allí, de los procesos creativos de cada uno de sus proyectos. Grecia, la Poesía, el Paisaje heleno son así, con mayúscula, el trípode que sostiene su mundo creativo. Los antiguos confiaban al mito la explicación de la existencia, y Martínez Mengual prolonga en sus cuadros el poema, el mito y el misterio de la vida.


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Antonio Martínez Mengual realizó su primera exposición en 1975, pero su obra comenzó a ser conocida partir de 1981, gracias a exposiciones en galerías y ferias como “Arteder”, en Bilbao, o su participación en "Arco" durante varios años. Su amistad con el poeta valenciano Francisco Brines (reciente Premio Reina Sofía de Poesía) supone un punto de inflexión en su obra. La colaboración entre ambos culmina con el libro “La Iluminada Rosa Negra” (2003), una selección de poemas de Brines que, ilustrada por Martínez Mengual, obtuvo el primer Premio del Ministerio de Cultura al libro mejor editado. Entre los múltiples lugares en que ha expuesto su obra cabe destacar la Expo 92 de Sevilla, la Peter Bartlow Gallery de Chicago, en 1997, o la Bienal de Arte de Florencia, en 1999.



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“Mi acercamiento al mundo clásico no fue a partir del aula, sino del viaje casi iniciático que, siendo aún joven e inexperto, realicé a Grecia. Jorge Luis Borges dice que existen espacios geográficos en los que, por razones no siempre determinables, nos sentimos acogidos, y funcionan en nosotros como nuevas patrias. Los llama “países natales”.

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“Fue tan grande el impacto que me produjo Grecia, que he querido volver varias veces a ese lugar de nuevo nacimiento para escuchar los mensajes de sus monumentos y paisajes. Entre tanto, las lecturas han sido el complemento imprescindible. Unas, de carácter histórico, me han ayudado a ser un poco menos ignorante; otras, de carácter poético, me han descubierto la grandeza del hombre que con la palabra construye un mundo imaginario al que podemos acceder por el sencillo camino de la lectura”.


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"EL HILO ROJO"
EXPOSICIÓN DE ANTONIO MARTÍNEZ MENGUAL
EN EL MUSEO RAMÓN GAYA DE MURCIA
Hasta el 30 de junio de 2010
Antonio Martínez Mengual en el Museo Ramón Gaya
(Fotografía de J. Zamora, cortesía de Antonio M. Mengual)

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Murcia celebra el Centenario del nacimiento del pintor y escritor murciano Ramón Gaya. Antonio Martínez Mengual rinde su particular homenaje al maestro exponiendo en las distintas salas del Museo obras en las que interpreta, con su personal estilo, las creaciones del inolvidable pintor. Animo a quienes estén cerca a que acudan a contemplar la exposición, que será clausurada en tan sólo quince días.
Enlaces:

Querido Antonio:
Mi agradecimiento, también desde aquí,
por tu invitación, tu hospitalidad,
por compartir tu mundo de poesía y color
y, sobre todo, por tu AMISTAD

"UN HILO ROJO E INVISIBLE CONECTA a quienes están destinados a conocerse, sin importar el tiempo, el lugar o circunstancia. El hilo se puede estirar o acortar pero nunca se romperá".
(Leyenda oriental)