Es
bien conocida la relación de Picasso con la mitología clásica. Las figuras del
Fauno, el Centauro y, el más importante, el Minotauro, aparecen frecuentemente
en las estampas picassianas desde los años 30. Estos seres representan la
dualidad que existe en todos los hombres y en el propio artista, y también los
impulsos opuestos que él quiso unir como persona y artista. Picasso toma
prestados los seres mitológicos del mundo clásico, que utiliza para crear su
propia mitología. Seres en ocasiones dramáticos y saturnianos, y también seres
felices que sienten la mediterránea “alegría de vivir”.
Fauno descubriendo a una mujer dormida
Suite Vollard 97 - París, 1936
Colección Bancaja
El Fauno
El
fauno era una de las divinidades más antiguas de la religión romana, venerado
con el sobrenombre de Lupercus. El Fauno es un híbrido que posee la parte
inferior del cuerpo de un hombre y la superior de un chivo. Se trata de seres
vinculados a lo rural, y forma parte de la mitología de pastores y labradores.
Poseen una voluptuosa sexualidad. Es un dios campestre, al que se le atribuye
el don de procurar fecundidad a los campos y guardarlos contra todo accidente.
Personifica las fuerzas generativas, de ahí las ramas de mirto con las que
golpea a su amante. Cuando se heleniza la religión latina, a Fauno, por su
carácter agreste y pastoril, se le identifica con Pan, dios que galanteaba
siempre a las ninfas tocando la flauta, pero todas lo rechazaban por su
fealdad.
En
la exposición se presentan estampas de faunos alegres y felices y faunos que
participan de fiestas báquicas y orgiásticas. Quizá una de las interpretaciones
más clásicas del Fauno realizadas por Picasso esté presente en las
ilustraciones que hizo para el cuento que escribió su amigo Ramon Reventós.
Otra
visión de los faunos es la que ofrece Picasso en las ilustraciones para el
libro de su amigo Yvan Goll, Élégie d’Ihpétonga suivie de Masques de
cendre (París, 1949), ilustrado con cuatro estampas, de las que tres son
máscaras de faunos. Goll estaba enfermo de leucemia, murió en 1950 y Masques de cendre es la expresión del
miedo frente a la muerte, y las estampas de Picasso Las cuatro caras del diablo también reflejan ese sentimiento.
Un
fauno que bien pudiera ser un trasunto del propio artista, una alusión
autobiográfica a su relación con su amante Marie-Thérèse, cuyo poderoso
atractivo físico es tan sugestivamente representado. El Fauno (Picasso)
contempla a la mujer (Marie-Thérèse), hipnotizado por su belleza y extiende el
brazo para acariciar el objeto de su deseo. La idea se basa directamente en el
grabado de Rembrandt, Júpiter y Antíope.
Centauro picador, tirando de un carro, preceptor
Ramon Reventós (Moni), Dos contes - París, 1947
Colección Bancaja
El Centauro
El
Centauro es un ser fabuloso originario de la mitología griega: un híbrido,
mitad hombre y mitad caballo. Según la literatura homérica y los textos de
Virgilio y Ovidio, entre otros, los centauros son seres violentos y agresivos
que viven en los bosques y las montañas, comen carne cruda y luchan con arcos y
flechas, troncos de árboles o rocas. Como salvajes, se deicaban a recorrer el
país mientras raptaban mujeres. Así, pues, los centauros tenían fama, además de
violentos, de disfrutar de placeres como el vino, las mujeres y la caza. Se los
consideraba la encarnación de sentimientos como la ira y, por lo tanto,
representantes de la barbarie y de la lujuria masculina.
Algunos
centauros, como Folo y Quirón, escaparon a esta fama de salvajismo. Folo
hospedó a Hércules y a sus amigos, y Quirón aprendió las artes de la medicina y
era además sabio, justo y tutor de personajes notables como Asclepio, dios
griego de la medicina.
La
historia del centauro Neso es de las pocas que Picasso dibuja con fidelidad
literaria en una estampa que se presenta por primera vez al público. En un
acceso de lujuria, Neso intentó raptar a Deyanira, la esposa de Hércules. Éste
vio a Neso intentando violar a su esposa y le disparó una flecha envenenada al
pecho. Como último acto de maldad, mientras agonizaba, Neso le dijo a Deyanira
que su sangre aseguraría que Hércules le fuese siempre fiel. Deyanira le creyó
y cuando su confianza en Hércules empezó a menguar untó una camisa con la
sangre del centauro y se la dio a su marido, quien murió lenta y dolorosamente
cuando la camisa le quemó la piel.
La
figura del Centauro, en esta ocasión abrazando a una mujer, se convierte en
grupo escultórico que es contemplado por el escultor y su modelo. El escultor
(Picasso) ha dado al centauro lujurioso sus propias características, y ha
proyectado una imagen de sí mismo como un monstruo híbrido conocido por su
apasionada búsqueda amorosa de la mujer.
Los
años 1946 y 1947 son para Picasso años de felicidad y de “la alegría de vivir”
en el Mediterráneo y en los que proliferan los centauros, faunos y bacantes,
todos seres alegres y felices. Actitud que queda bien reflejada en las
ilustraciones que realiza Picasso para el cuento Le centaure picador, de Ramon Reventós.
Μinotauro ciego guiado por una niña en una noche estrellada
Suite Vollard 92 - París, 1934 -1935
Colección Bancaja
El Minotauro
El
año 1933 podría identificarse como el inicio del periodo de la saga del
Minotauro, uno de los personajes clásicos que llegará a tener trascendental
importancia en la obra de Picasso. Es también un autorretrato indirecto. El
Minotauro se define como un monstruo que reflexiona sobre sí, juzgándose a sí
mismo según los valores antitéticos de la razón y la moralidad, simultáneamente
dios y bestia.
Según
el mito clásico, esta criatura fantástica fue concebida por la unión entre
Pasifae, la esposa del rey Minos, y el toro del que se enamoró. El descendiente
de ambos, el Minotauro, fue un personaje híbrido, con cuerpo humano y cabeza de
toro, combinando rasgos opuestos: intelecto e instinto, gentileza y
concupiscencia, maldad y bondad. Apenas nacido el Minotauro, Pasifae lo había
ocultado en el laberinto de Cnossos, donde cada año se le ofrecían siete
hombres y siete mujeres, jóvenes de Atenas, hasta que uno de ellos, Teseo,
logró matarlo.
El
Minotauro (Picasso) tiene la capacidad de vivir en dos mundos al mismo tiempo,
entre lo real y lo imaginario. Revela la belleza, pero también el lado oscuro
del alma humana. Experimenta toda la gama de sentimientos y cambios constantes,
de la risa hasta las lágrimas, de la violencia a la ternura.
No
es posible olvidar el carácter maldito del Minotauro si queremos comprender la
identificación de Picasso con la bestia. El Minotauro es un ser predestinado al
sacrificio desde su nacimiento, fruto de una relación aberrante. Seguramente la
identificación con la fatalidad del destino del monstruo hizo que Picasso lo
utilizara como un alter ego plástico.
No olvidemos que esta etapa de su vida es de una gran conflictividad.
Marie-Thérèse Walter, que por entonces tenía diecisiete años, fue el gran amor
de Picasso de los años treinta. A partir de 1932, el interés por Marie-Thérèse
como modelo se incrementó. Aparece con tanta frecuencia en sus pinturas,
dibujos, estampas y esculturas, en sus distintos estados de ánimo y formas, que
podemos considerarla la gran heroína del mundo ficticio de Picasso. Atrapado
entre la cólera de su esposa Olga Koklova, de la que finalmente se separó en
junio de 1935, y su pasión por Marie-Thérèse, con la que tuvo a su hija Maya,
Picasso lo llegó a considerar el peor momento de su vida.
La
iconografía definitiva del Minotauro queda fijada en alguna de las primeras
estampas, en las que quedará reflejada tanto su condición de víctima como de
verdugo: de pie, sentado, y siempre mostrando su condición atlética y
virilidad, y empuñando un puñal, imagen que servirá para la portada del primer
número de la revista Minotaure.
Portada del primer número de la revista "Minotaure"
Las
quince estampas de la Suite Vollard dedicadas al tema del Minotauro son tiernas
y melancólicas, a la vez que dramáticas. En ellas, el artista se identifica con
su impulso sexual y criminal, pero también con su ternura y soledad, con su
sufrimiento.
Un
primer grupo lo componen el Minotauro, el artista, la modelo y grupos de
jóvenes, que beben manteniendo posturas voluptuosas o de ternura entre el
Minotauro y la mujer. Estas plácidas composiciones se entremezclan con otras en las que el protagonismo es la
violencia y el sexo.
Un
segundo grupo lo podríamos titular la soledad y muerte del Minotauro, en
algunos casos añadiendo el dramatismo de la ceguera, la peor desgracia que le
puede ocurrir a un artista plástico.
Juan Carrete
[Comisario de la exposición]
Picasso: Fauno, Centauro, Minotauro
Centre Cultural Bancaixa
Plaza Tetuán, 23. València
Hasta el 4 de enero de 2014