sábado, 4 de abril de 2015

REPRESENTACIÓN DE "HIPÓLITO" DE EURÍPIDES EN ALICANTE


Hipólito (Ιππόλυτος) es una tragedia clásica griega de Eurípides basada en el mito de Hipólito, hijo de Teseo. Fue estrenada en las Dionisias de Atenas el 428 a. C. y ganó el primer premio como parte de una trilogía. Solo en cuatro ocasiones ganó un primer premio Eurípides, y una de ellas fue por esta obra, que fue representada en el cuarto año de la olimpiada ochenta y siete (en el 428 a. C.).

La obra es un análisis de dos modos de entender la vida:

*Hipólito, casto, enemigo de las pasiones mundanas, frugal amante de la naturaleza y de la caza, es ferviente adorador de Ártemis, diosa de la caza, y procura vivir conforme al arquetipo de esta diosa.

*Fedra es una mujer de apasionada, ardiente, tempestuosa, poseída por Afrodita y, por los designios de esta diosa, ha de caer enamorada hasta la desmesura de Hipólito.

El antagonismo de valores es encarnado por dos personajes contrapuestos. Aprovecha Eurípides para crear otro gran personaje femenino: Fedra, cuajado de pasión, inteligencia, astucia y voluntad, como es usual en sus obras. Ambos personajes incurren en la desmesura, la hibris griega, que ha de ser forzosamente castigada.

Eurípides lanza al aire la paradoja de que dos amantes de los dioses, correspondidos por ellos y fieles guardadores de sus virtudes, han de sufrir, precisamente por ello, un martirio, llevando a la tragedia el premio con el que los dioses deberían corresponder a sus devotos. Existe una crítica de fondo hacia el panteón de dioses griegos. Ártemis llega a decir al final de la obra que Hipólito sufrió su martirio por su piedad y sensatez. Nada hay más injusto y nada más blasfemo contra los dioses.

Eurípides muestra en la obra una sombría forma de describir la vida del hombre, una gran desazón por la imposibilidad de ver con claridad unas reglas claras. Ésta es una forma de ver el destino humano muy diferente a Esquilo o Sófocles. Ya no está nada claro que la fidelidad a los dioses traiga como consecuencia una vida serena. Los mismos dioses, que deberían ser congruentes y benévolos, se vuelven crueles y erráticos.


Fuentes: