Europa no está en crisis,
está muriéndose.
No Europa como territorio,
naturalmente.
Sino Europa como Idea.
Europa como sueño y como
proyecto.
La Europa acorde con el
espíritu elogiado por Edmund Husserl en sus dos grandes conferencias
pronunciadas en 1938 en Viena y Berlín, en vísperas de la catástrofe nazi.
Europa como voluntad y
representación, como sueño y como construcción, esta Europa que pusieron en pie
nuestros padres, esta Europa que supo transformarse en una idea nueva, que fue
capaz de aportar a los pueblos que acababan de salir de la Segunda Guerra
Mundial una paz, una prosperidad y una difusión de la democracia sin precedentes,
pero que, ante nuestros propios ojos, está deshaciéndose una vez más.
Se deshace en Atenas, una de
sus cunas, en medio de la indiferencia y el cinismo de sus naciones hermanas:
hubo un tiempo, el del movimiento filohelénico de principios del siglo XIX, en
el que desde Chateaubriand hasta el Byron de Missolonghi, desde Berlioz hasta
Delacroix, desde Pushkin hasta el joven Victor Hugo, todos los artistas,
poetas, grandes mentes de Europa, volaban en su auxilio y militaban en favor de
su libertad. Hoy estamos lejos de eso; y da la impresión de que los herederos
de aquellos grandes europeos, mientras los helenos libran una nueva batalla
contra otra forma de decadencia y sujeción, no tienen nada mejor que hacer que
reprenderles, estigmatizarlos, despreciarlos y —con el plan de rigor impuesto
como programa de austeridad, que se les conmina a seguir— despojarles del
principio de soberanía que, hace tanto tiempo, inventaron ellos mismos.
Extracto del manifiesto "Europa o el caos", publicado por cuatro periódicos europeos y firmado por: Vassilis Alexakis, Hans
Christoph Buch, Juan Luis Cebrián, Umberto Eco, György Konrád, Julia Kristeva,
Bernard-Henri Levy, António Lobo Antunes, Claudio Magris, Salman Rushdie,
Fernando Savater y Peter Schneider.
Traducción de María Luisa
Rodríguez Tapia.