martes, 22 de abril de 2014

SAFO REENCONTRADA

Safo. La poeta nacida en la isla de Lesbos, 
según la imaginó el pintor inglés Simeon Solomon (1840-1905).

Por Pablo Ingberg

La reciente difusión del hallazgo de presuntos versos de Safo antes perdidos agitó el avispero y envolvió en una pequeña novela con visos de policial la figura de la inmensa poeta de Lesbos (isla próxima a Asia Menor) que vivió en torno al 600 aC. Admiradísima en Grecia y Roma, su vasta obra poética dejó de copiarse cuando su dialecto eólico era ya muy arcaico, y sólo sobrevivió lo que citaron de ella otros autores de obras sí conservadas. Ediciones de esos pasajes y sus traducciones al inglés la revivieron a la admiración del siglo XIX, cuando su leyenda dio origen al significado sexual de su gentilicio “lesbiana”. A fines de ese mismo siglo, con Egipto bajo dominio británico, egiptólogos ingleses encontraron allí enterrados en la antigua ciudad de Oxirrinco gran cantidad de papiros escritos, preservados alrededor de dos milenios por las secas arenas del lugar aunque algo deteriorados por el tiempo y los roedores. Tantos eran que todavía es un proyecto de edición en marcha, hoy dirigido por Dirk Obbink en la Universidad de Oxford. En esos papiros se hallaron muchos fragmentos de Safo, ninguno con pasajes muy enteros. En 2004 el helenista Martin West unió un fragmento de Oxirrinco con otro en posesión de la Universidad de Colonia y logró formar un pasaje completo. Hoy la novedad es que hace poco un coleccionista anónimo de Londres mostró a Obbink lo que éste acaba de difundir como fragmentos desconocidos de Safo: uno de veinte versos bastante completos al que le faltaría el principio y otro de ocho versos poco legibles.

Máscaras y sarcófagos de momias egipcias se moldeaban en “cartonaje” (cartonnage, palabra franco-inglesa), especie de papel maché (cartón piedra en España) elaborado, entre otros materiales, con papiro usado, esto es, escrito. De piezas de “cartonaje” se rescataron el fragmento de Colonia y estos nuevos. Pero he aquí un viso policial. Algunas de tales piezas fueron sacadas “lícitamente” durante cierto tiempo del Egipto británico; muchas otras fueron objeto de pillaje y posterior venta en el mercado negro. ¿Qué origen tiene la que se da ahora a conocer? Aún no se sabe, y hay revuelo.

Otro costado policial del asunto es el de la autenticidad. ¿Son fragmentos de Safo o falsificaciones? Falsificaciones de textos antiguos hubo alguna muy sonada hace tiempo, pero es difícil que sea el caso: Obbink no echaría por la borda su trayectoria, y engañarlo exigiría una suma de talentos diversos y sutiles en la elaboración del objeto y en la de sus contenidos. Queda entonces por ver la evidencia interna, los textos en sí.

Ambos fragmentos están escritos en dialecto eólico, que conocemos básicamente por Safo y su colega y compatriota Alceo. Luego, están compuestos en estrofa sáfica, así llamada por la recurrencia con que la usó ella: tres endecasílabos más un pentasílabo. Por último, el segundo está dirigido a Cipris (Afrodita), algo no infrecuente en Safo, pero más relevante aún es que en el primero aparecen dos nombres asociados a ella en otras fuentes: Caraxo y Lárico.

Safo. Fresco romano de Pompeya
Museo Archeologico Nazionale (Nápoles)

Obra de Safo nos ha llegado muy poca; datos biográficos fidedignos, prácticamente ninguno. No es imposible, por ejemplo, que en realidad no haya sido lesbiana en sentido sexual y que la derivación del término sea tan desviada como la de “onanismo”, actividad que no es exactamente la que practicaba Onán según la Biblia (“... si bien tuvo relaciones con su cuñada, derramaba a tierra...”, Génesis, 38.9). La fuente más antigua para datos sobre Safo es Heródoto, un siglo y medio posterior a ella; como si el primer documento biográfico sobre la escritora argentina Juana Manso (1819-1875) estuviera fechado ayer. Por lo demás, ningún historiador serio tomaría la maravillosa prosa de Heródoto como fuente histórica fidedigna. ¿Por qué tomarla entonces como fidedigna fuente biográfica?

Lo mismo vale para fuentes posteriores, en gran medida inspiradas en versos de la propia Safo; como si atribuyéramos literalmente a Proust hechos del personaje Marcel de En busca del tiempo perdido. Hechas estas salvedades, que no niegan toda validez a tales datos sino que invitan a tomarlos con pinzas, digamos que Heródoto (Historias, 2.135) cuenta que Caraxo, hermano de Safo, compró en Egipto la libertad de una cortesana y por eso su hermana lo criticó en un poema. Un fragmento de Safo (5 LP) ruega por el regreso de un hermano. Un papiro de Oxirrinco con pasajes de una biografía (1800, c. 200 dC.) y la enciclopedia bizantina Suda (siglo IX dC.) atribuyen a Safo tres hermanos, dos de ellos Caraxo y Lárico, éste el menor según el papiro (según la Suda, dicho sea de paso, la poeta tuvo marido e hija). Estrabón (Geografía, 17.1.33, de la época de Augusto) dice que Caraxo iba a Egipto a vender vino. Ateneo (siglo III dC., frag. 203 LP) dice que Safo se enorgulleció de cierto privilegio aristocrático concedido al joven Lárico. Todos estos datos guardan alguna relación con el primero de los dos nuevos fragmentos. O formulado al revés: esos “datos” podrían provenir de poemas como el ahora recuperado. Queda clara, en cualquier caso, la relación también temática de los “nuevos” fragmentos con la poeta de Lesbos, más allá de que un tal Caraxo o un tal Lárico hayan sido hermanos suyos. Personalmente, veo además rasgos estilísticos propios de la fina arquitectura que caracteriza lo que conocemos de ella, y que mi traducción (incluida en esta página) en estrofa sáfica procura retener: una estructura sólida que fluye delicada entre el rezo y el canto con toques de monólogo dramático y de reflexión, y palabras clave que recurren (reina y rey para dioses supremos, deidades para otras potencias superiores, un adverbio y un par de verbos, uno de ellos con variación de prefijo en griego). No es lo mejor que le conocemos, pero no desentona para nada y además expande temas.

Los interesados encontrarán en la web el artículo de Obbink en el Times Literary Supplement (anticipo de una pronta publicación más exhaustiva en una revista especializada), los debates suscitados, un par de traducciones al inglés, otro par al italiano y hasta un par al castellano.

Pablo Ingberg es poeta y traductor del griego y del inglés. Es autor, entre otros libros, de “Nadie atiende los llamados”.


Artículo original: Revista Ñ