ESTÁ TRISTE EL CORREDOR que
corre solo y cubre grandes distancias sin público y sin rival.
Está triste el corredor que no corre para
llegar el primero, que no corre siquiera para llegar.
Está triste el corredor solitario y casi
inmóvil.
***
«¿Adónde vais, días míos?», pregunta,
«pequeños pájaros, ¿adónde vais tan deprisa?»
«Nosotros no vamos a ningún lugar, nosotros
no somos pájaros; una corona de siete hojas somos, capitel de piedra en la
columna inamovible del tiempo. Tú vuelas continuamente, tú emigras hacia una
época más gélida, hacia un invierno sin fin».
***
ESA FUERZA que de la tierra
surge, sus pantorrillas atraviesa, sus muslos, las entrañas y hasta su corazón,
casi, llega esa fuerza que le aterra; la rechaza, la obliga a regresar de
nuevo a la tierra. Por eso tampoco consiguió, nunca, volar.
Aryiris Jionis ("El corredor inmóvil", 1996)
© Traducción
de E.V.
Αργύρης Χιόνης
«Ο ακίνητος δρομέας»
Εκδόσεις Νεφέλη
Αθήνα 1996
El
corredor inmóvil llamó a mi puerta una luminosa mañana de abril. Portaba un
sobre franqueado en Atenas, lleno de versos y de besos, y desprendía un calor que confirmaba la existencia
de una llama invisible que ni el tiempo, ni tempestades ni vientos han conseguido extinguir.