Jana Tziveleki. Atenas
Aunque no es muy conocido,
Atenas tiene un Museo Nacional de Arte Contemporáneo. Temporalmente se
encuentra en el edificio del Conservatorio de Atenas, pendiente de la
inauguración de su propia casa en el famoso edificio de Fix en la avenida
Syngrou. Desde febrero y hasta finales de mayo, el EMST (siglas del museo en
griego) dedica una retrospectiva al artista griego Dimitris Alithinos. Su
nombre –se pronuncia Alizinós en griego- recuerda la palabra “verdadero” y no
cabe duda que Dimitris Alithinos es un artista verdadero. De esos que no crean
para acariciar las conciencias de los que mandan, ni para agradar a los
espectadores que consideran el arte una decoración para su salón.
Esta es la primera
retrospectiva para el artista ateniense que nació en 1945 y estudió Bellas
Artes en Atenas y en Roma y Arquitectura en París. Desde principios de los años
setenta, Alithinos ha participado en numerosas exposiciones tanto personales como colectivas y representó a
Grecia en la Biennale de São Paulo (1983), de Estambul (1989), de Venecia
(1997) y del Cairo (1998).
Su obra no se limita a una
sola disciplina, se extiende desde instalaciones hasta collages, utilizando la
pintura, la escultura, en ciertas ocasiones el vídeo también. Lo que haga falta
para trasmitir la idea. Porque la idea es fundamental en la obra de Dimitris
Alithinos. Empezando en una época de reivindicaciones políticas que cambiaron
también el arte y en plena dictadura en Grecia, Alithinos no se deja limitar ni
por los materiales ni por los movimientos artísticos y se atreve desde el
principio a hablar de lo social y lo político, manteniendo a lo largo de toda
su obra el ser humano como protagonista principal. “Hablamos de salvar el
mundo, pero, ¿qué pasa con salvar al ser humano?” dijo en la visita guiada que
el mismo realizó hace unos días. El pretexto para tal pregunta era la obra más
“universal” del artista, que empezó en 1981 y sigue hasta la actualidad. Bajo
el nombre “Ocultaciones”, Dimitris Alithinos visita diversos lugares del mundo
-176 hasta la fecha- y esconde bajo tierra obras suyas u otros objetos -delante de público o completamente solo-. Desde
Salónica, Estambul o Patras hasta Machu Picchu, Varanasi o las Islas de Pascua,
pasando por Chipre y Barcelona, realiza un ritual con la intención de salvar la
memoria, de proteger lo que pertenece a la cultura humana, de llamar la
atención sobre lo que no se ve, en una época saturada por la imagen.
“En
1981 cavé por primera vez la tierra, para esconder una obra mía dentro. Cavaba,
transformando lo que durante siglos era visible a no visible. Cavaba y
escondiendo la imagen, liberaba su energía. Transformaba la ausencia en una
perpetua emisión de mito. Cavaba –entonces- sin saber que esto iba a ser el
comienzo de una obra, que sembraría por toda la Tierra” escribe Dimitris
Alithinos en su libro “Historias de una obra liquida” (editorial
Estía, 1997).
La retrospectiva incluye más
de 100 obras de Dimitris Alithinos, desde sus primeras acciones en París y sus
construcciones con su claro mensaje político hasta las instalaciones que ocupan
gran parte de las salas del Museo, como la llamada “La nana de mi melancolía” o
la más reciente “Sin título”, preparada especialmente para esta retrospectiva,
con más de 2000 relojes cubiertos de tierra en el suelo, acompañando el mapa
con los huevos y las postales por cada lugar donde realizó cada una de sus
ocultaciones.
Uno de sus collages
Una de las obras mas
imponentes, la silla se mueve sin parar,
provocando un ruido que acompaña al
visitante durante toda su estancia en el museo
Dimitris Alithinos, un poeta de la imagen oculta, un griego sin rasgos nacionalistas que lleva sus
verdades a dialogar con otras culturas del mundo, sigue su camino en el arte
después de más de cuatro décadas sin perder el rumbo y nos hace cómplices –no
espectadores- de su obra, que se revela con fuerza al que está dispuesto de
dejarse sorprender.
Al final de la visita
guiada, el mismo artista –cercano y encantador- preguntó si el público se había
quedado con muchas preguntas para añadir justo después que eso era lo que
realmente buscaba: “crear preguntas”.
Eso suele hacer el arte verdadero. El arte que aunque se cierre entre
las paredes de un museo, es capaz de incendiar, si hace falta.
Dimitris Alithinos, Retrospectiva
14/02/2013 – 26/05/2013
14/02/2013 – 26/05/2013
Museo Nacional de Arte Contemporáneo
Vas. Georgiou B´
17-19 & Rigillis, Atenas
Fotografías: Jana Tziveleki