Foto: AFP John Macdougall
Pedro Olalla. Atenas
Hace ya casi un año, escribí
un artículo de contenido histórico sobre "Las deudas de Alemania" por
el que recibí numerosos insultos y descalificaciones anónimas. Hoy, el informe
sobre las indemnizaciones de guerra que Alemania adeuda a Grecia presentado por
un grupo de expertos ante el gobierno heleno –y las noticias al respecto
aparecidas en la prensa internacional– han hecho que el tema cobre de nuevo
actualidad.
No hace falta volver a
repetir lo dicho sobre las indemnizaciones por haber matado, saqueado y
obligado al país a conceder un préstamo forzoso para el mantenimiento de las
tropas de ocupación, pero la expectativa suscitada a partir de este informe aún
"secreto" brinda sin embargo una ocasión propicia para comparar las
condiciones que los aliados impusieron entonces a la Alemania derrotada con las
que los "acreedores" extranjeros –orquestados por la Alemania actual–
imponen hoy a una Grecia extenuada que aún se pregunta con asombro qué guerra
ha provocado y ha perdido.
La situación de Grecia hoy no
tiene parangón con la de la Alemania perdedora de la segunda guerra mundial.
Entonces, los acreedores fueron indulgentes con la nación alemana, y eso que se
trataba de indemnizaciones de guerra y no de una deuda derivada
fundamentalmente de la especulación financiera y de la corrupción. El principio
que en aquel momento orientaba la política de los acreedores era el de la
viabilidad del pago; hoy la actitud es diametralmente opuesta, ¡y eso que
estamos en el seno de la Unión Europea!
Entonces, Alemania debía
pagar el grueso de su deuda en su moneda nacional, que podía acuñar a
discreción; hoy, Grecia debe hacerlo en una moneda que no puede controlar.
Entonces, los aliados aceptaron la reducción de sus exportaciones a Alemania
para favorecer la producción interna de ésta y para estimular al mismo tiempo
sus exportaciones; hoy, Grecia acomete el mayor plan de privatizaciones del
mundo en beneficio de los acreedores, tiene prohibido subvencionar o proteger
sus productos locales y está obligada por Alemania y Francia a no recortar el
gasto militar que destina a comprar armamento a estos países. Entonces, el
acuerdo suscrito contemplaba la posibilidad de suspender los pagos y de
renegociar las condiciones, con competencia de los propios tribunales alemanes,
si se presentaba un cambio sustancial que limitara la disponibilidad de
recursos; hoy todos los «compromisos» que Grecia ha ido firmando hasta el
momento han sido sucesivos pasos para garantizar los intereses de los
acreedores, sin tener en cuenta los recursos e incluso por delante de las
necesidades de la población, y adoptando medidas como la creación de una
«cuenta cerrada» para el bloqueo del 63% de los ingresos del Estado con vistas
a la atención preferente del pago de la deuda, como el proyecto de elevación de
tal obligación deudora a norma constitucional, o como la vinculación de los
acuerdos a «derechos de conveniencia para el acreedor» como el británico y el
luxemburgués. Y por si todo esto fuera poco, basta recordar que entonces se
estableció que Alemania no destinara al pago de sus deudas más de un 5% de sus
ingresos por exportaciones, mientras que hoy, para Grecia, no se han fijado
límites, y, siendo realistas, para sufragar esa supuesta deuda tendría que
destinar a su amortización el 40% del PIB.
Que alguien responda a esta
pregunta: ¿Qué guerra ha provocado y ha perdido el pueblo griego para que sus
"representantes" firmen y sancionen una rendición de estas
características ante esa camarilla de extorsionadores que aún sigue enarbolando
la bandera de Europa?