6.- LENGUA
La lengua que hablan los pondios (ποντιακά, pondiaká) es una variante del griego que hunde sus raíces en la antigüedad y constituye uno de los dos dialectos de Asia Menor (el otro es el capadocio, que actualmente está casi extinguido). Está basada en el jonio que llevaron los griegos de Mileto cuando fundaron las primeras colonias en el siglo VII a.C., aunque ha sufrido numerosas modificaciones e influencias a lo largo de los siglos, tanto de las lenguas circundantes como de otras variantes del griego. No pretendo hacer aquí un estudio exhaustivo de sus características sino simplemente destacar aquellas que me han llamado la atención (no soy ninguna experta, sólo lo estoy estudiando de forma autodidacta y más bien ocasional). Espero que no resulte demasiado aburrido para los no filólogos. Para compensar un poco, después del “rollo filológico” pondré algunas interesantes curiosidades y vídeos con canciones pondias traducidas.
En primer lugar, destaca el hecho de que presenta numerosos arcaísmos, es decir, restos de la lengua antigua o medieval (jonismos y bizantinismos) que no se encuentran en griego moderno. Por ejemplo, la conservación de la –ν (ene) final o la negación ‘κι que procede del antiguo adverbio jonio que encontramos ya en Homero: ουκί. Además se conservan términos jonios como κοσσάρα (κότα, gallina) o los infinitivos del griego antiguo, que en griego moderno desaparecieron siendo sustituidos por una forma perifrástica (δύναμαι λέγειν--> δύναμαι ίνα λέγω --> μπορώ να λέω) pero que en pondio se conservan en determinadas ocasiones. También me ha llamado mucho la atención el mantenimiento de los imperativos en –σον: γράψον (γράψε, escribe), ποίσον (<ποίησον, φτιάξε, haz).
Otro arcaísmo es la pronunciación jonia del sonido de la η (e larga) que en griego común pasó a pronunciarse como /i/ desde antiguo. En pondio se ha conservado esa pronunciación como /e/ en numerosas palabras: νύφε (νύφη, novia), πεγάδιν (πηγάδι, pozo), κεπίν (κηπίον, diminutivo de κήπος, jardín), κλέφτες (κλέφτης, ladrón), κλέμαν (κλήμα, vid), επέρα (επήρα, πήρα, cogí), etc. aunque hay numerosas excepciones debidas, en parte, a la influencia del griego moderno. También la conservación de las consonantes σπ en lugar de σφ: σπάζω (σφάζω, degollar), σπίγγω (σφίγγω, ahogar), ασπαλώ y ασπαλίζω (ασφαλίζω, cerrar), ανασπάλλω (ανα-σφάλλω, olvidar) y en general la conservación de las oclusivas π, τ, κ en algunas palabras en lugar de las africadas φ, θ, χ.
En algunas zonas (ya que el pondio presenta a su vez diversas variantes), desaparecen las vocales átonas ι, ου en el centro de la palabra o al final, algo que recuerda a los dialectos del norte de Grecia. Así, se dice κόρ’, πεγάδ’, τραπέζ’, άκ’σον, γίν’νταν, en lugar de κόρη, πεγάδιν, τραπέζιν, άκουσον, γίνουνταν que se ven en otras zonas. En otras ocasiones en lugar de quitarse la vocal se añade por analogía al final de la palabra, especialmente cuando le sigue un pronombre: Y eso ocurre con mucha frecuencia en las canciones, en las que aparece una iota añadida por motivos métricos.
Otra característica que llama enseguida la atención cuando escuchamos alguna canción es la pronunciación de numerosas silbantes fricativas: en lugar de χέρι (mano, pronunciado en griego moderno “jéri”, con una jota muy suave), los pondios dicen χέριν (pronunciado “shérin”, con un sonido muy particular, parecido a la “ch” francesa e incluso a la “x” asturiana por ejemplo de “xana”). Lo mismo ocurre con las consonantes σ, ζ, ξ, ψ, que en muchas ocasiones se convierten también en fricativas. En otras ocasiones se produce una pérdida de sonoras intervocálicas, como en el deseo que se usa para felicitar por ejemplo las navidades: υείαν και ευλοίαν! (υγεία και ευλογία, salud y bendición).
Este es uno de los libros que he utilizado para redactar este artículo
Asimismo llama la atención el uso abundante del sufijo de diminutivos –οπον: πουλόπον (πουλάκι, pajarito), λαλόπον (de λαλία, φωνουλα, vocecita) κορτσόπον (κοριτσάκι, muchachita), μαχερόπον (μαχεράκι, cuchillito). Y otro tanto ocurre con el sufijo que se usa para formar el femenino de muchos adjetivos, –εσσα. El femenino de μικρός es μικρέσσα y el de ορφανός ορφανέσσα. Me recuerda a nuestro príncipe-princesa, conde-condesa, duque-duquesa.
Los pronombres se colocan al final del verbo, al contrario que en griego moderno: έγκα σε (del antiguo ήνεγκον σοι, σου’φερα, te traje), λέγω σε (σου λέω, te digo), δίγω σε (σου δίνω, te doy). Algo parecido a lo que ocurre en el asturiano, donde es frecuente escuchar “dígotelo yo”. Por cierto, como se ve en los ejemplos, es de destacar también el uso del pronombre σε tanto para el complemento directo como para el indirecto.
Un fenómeno que resulta sumamente sorprendente para los que hemos estudiado griego antiguo es encontrar palabras sobresdrújulas, con acento en la cuarta sílaba o incluso en la quinta empezando por el final, algo que sucede sobre todo en los vocativos (Χάραλαμπε) o en formas verbales.
El pondio, al igual que otras variantes del griego (como el cretense), no utiliza el interrogativo τι sino είντα, simplificado en la forma ντο: ντο φτάς; (τι κάνεις; ¿qué haces? ¿qué tal?) ντο να ίνουμε; (τι θα γίνω; ¿qué será de mí?), ντο εν αούτο; (τι ειν’ αυτό; ¿qué es eso?). Y este último ejemplo que he puesto me recuerda el uso característico del pronombre de tercera persona αούτος o αβούτος en lugar de αυτός. Eso hizo que uno de los apodos que les pusieron a los pondios en Grecia fuera el de Αούτηδες (aútides).
Otra diferencia con el griego moderno es el mantenimiento de muchos hiatos en final de palabra: καρδία, λαλία, παιδία, χωρίον (en lugar de καρδιά λαλιά παιδιά χωριό). En cambio, en algunas palabras con diptongo se pronuncia un sonido a medio camino entre los dos, surgiendo dos vocales neutras: -ια o -εα se convierte en un sonido que no es ni “a” ni “e” (παρχάρια, όρνεα), lo mismo ocurre con –ιο, -εο (άγριος, παλαιώνω), con un sonido entre “e” y “o”. También es llamativo el cambio de género en muchas palabras, por ejemplo muchos femeninos que en plural se convierten en neutros: τα κόσσαρας (οι κότες) o la terminación –ον para nombres masculinos: ο θεόν (ο θεός, dios), ο λύκον (ο λύκος, el lobo). Si a todas estas diferencias le sumamos el uso de palabras que resultan completamente desconocidas para los hablantes de griego, tendremos como resultado un dialecto generalmente incomprensible para los “no iniciados”. Sólo hay que fijarse en estos ejemplos: κουτσί, πατσή (κορίτσι, κοπέλα, muchacha), παρχάρια (λιβάδια, prados, pastos de verano), ραχία (pronunciado ραšά, βουνά, montes), ωτίν (del antiguo ωτίον, αφτί, oído), ωβόν (αβγό, huevo), εφάνθεν (φάνηκε, pareció), οκνέας (τεμπέλης, vago), άλλο καλλίον (καλύτερο, mejor).
Podrían decirse muchas más cosas sobre una lengua con tantos siglos de historia, pero creo que ya os he aburrido bastante por hoy. Para amenizar un poco este capítulo tan árido voy a poner (con traducción al español) un par de canciones que me gustan especialmente. La primera es un dipat cantado por Alexis Parjaridis, al que le he puesto imágenes de la iglesia de Santa Sofía (Αγία Σοφία, Ayasofya) en la ciudad de Trebisonda:
Para finalizar, comentaré la enorme cantidad de obras que hay escritas en pondio, incluida la traducción de algunos números de Asterix.
Por cierto, también podéis consultar la Wikipedia en pondio.
Ya estamos llegando al final del nuestro periplo. El próximo capítulo (que será el último) tratará de asuntos más amenos y variados.
María de Paz