El arte moderno esquiva la gran crisis económica griega gracias a ricos mecenas que lo impulsan
Nacido en Atenas en 1930, el artista Costas Tsoclis lleva toda la vida investigando y experimentando con el arte, siempre conjugando tradición y modernidad. Como buen griego. Ahora ha dado un paso más en sus andaduras artísticas -diversos materiales, variados soportes...-, inaugurando en la isla de Tinos un museo con su nombre. Invitados de todo el mundo acudieron el pasado sábado por la noche a un acto al que no faltó ni el mismísimo presidente de la República, Károlos Papoulias, pero en el que el veterano e innovador artista rindió un homenaje al pueblo de Kambos, pues sus habitantes han aceptado gustosamente que Tsoclis erigiera ahí el monumento a su trayectoria, así como un teatro, en Kumaro, donde complementará sus actividades con representaciones y musicales.
"Este museo es el resultado de muchos factores. Ha ayudado el Estado, han ayudado los amigos y hemos puesto también Eleni (su esposa) y yo una gran parte de aquello que el arte nos ha dado durante tantos años como ganancias materiales", asegura a DEIA el internacionalmente reconocido creador. "Porque los dos creemos que el dinero que produce el arte debe volver de nuevo al arte, ya que es suyo", añade con rotundidad.
Tsoclis no solo ha abierto un impresionante museo con obras suyas coincidiendo con la onomástica de San Constantino y Santa Elena (su nombre y el de su mujer), sino que además su acción se enmarca en un florecimiento del arte moderno griego que esquiva con acierto la aguda crisis económica que acucia al país helénico. A pesar de la recesión, Grecia sigue contando con un significativo número de multimillonarios, y muchos de ellos están destinando importantes fondos a proyectos artísticos que nos retrotraen a aquellos días de reflexión en las ágoras, de esculturas de Praxíteles y de Hermes y Victorias hoy sin cabeza, pero aladas.
Mecenas del s. XXI Un ejemplo de todo ello son las inversiones que viene realizando el rico Georges Economou, propietario de 3.000 obras que compra por gusto en subastas y galerías, de las cuales 300 estarán expuestas en la Galería Municipal de Atenas hasta octubre. Economou ha realizado una peculiar selección que abarca desde el surrealismo hasta el neofauvismo, y en adelante se ha propuesto exhibir de forma más regular. Posiblemente inspirado por la acrópolis que alumbra su trabajo, este habitual de la lista Forbes comparte la afición por el arte que mueve a la mayoría de los griegos, no en vano hablamos de un pueblo de fascinante y milenaria cultura.
El alcalde ateniense, Giorgios Kaminis, está encantado con que la situación crítica que sufren los presupuestos de los museos públicos se vea compensada con acciones como la de Economou, ya que gracias a estos mecenas del siglo XXI "los turistas pueden disfrutar de nuestros tesoros antiguos junto a maestros de la modernidad" (El País, 7 de mayo). Junto al filantrópico Economou se cuentan las fantásticas colecciones de arte contemporáneo de las familias Goulandris, Onassis y Niarchos, entre otras, que o bien reposan en lujosas mansiones o pueden ser disfrutadas en museos de los cinco continentes. Así está ocurriendo ahora mismo con la original exposición propiedad de D. Daskalopoulos, en el Guggenheim Bilbao, en la que audaces e inquietantes creaciones de más de 30 artistas internacionales nos dejan boquiabiertos. El título, El intervalo luminoso, está basado en uno de los textos del filósofo Nikos Kazantzakis.
Los dioses griegos se aliaron la semana pasada para que la apertura del Museo Costas Tsoclis fuera un éxito. Además de la onomástica escogida para su apertura, acababa de celebrarse el Día Internacional de los Museos. Las mujeres de Kambos prepararon dulces que repartían en la pinacoteca junto con un chupito. Tsoclis les dedicó su espacio artístico, emocionado por su actitud y por la de "sus personas queridas", según revela a DEIA Alicia Villar, doctora en Filología Griega y profesora de lengua y literatura griega en la UAM. Aunque original de Iruñea, Alicia viaja mucho; es traductora e intérprete de griego moderno, y acompañó a Tsoclis a Bilbao en su visita al Festival Gutun Zuria de 2008, porque "quería que conociera Bilbao y que mi país conociera su talla profesional internacional".
Para Alicia, "el punto fuerte de Grecia es la cultura, y ahí ganan cualquier maratón". Prueba de la buena salud del arte griego contemporáneo, apunta, sería la reciente celebración de Art-Athina, en Atenas, ideada en 1993 por la Hellenic Art Galleries Association. Costas Tsoclis es taxativo: "Ese espíritu transoceánico del cuánto ganas, y no cuál es tu contribución a la sociedad, es lo que ha destrozado la ética de los griegos. Estos eran un pueblo admirable, que se ha ido autohumillando a causa del dinero. Solo con el intelecto, con el arte, salvaremos lo que todavía se pueda salvar, y así salvarnos. No sólo porque nuestro país tuvo un pasado brillante, sino porque debe crear un futuro brillante".
Tsoclis confirma que "pasan los años y sigo conversando con la vida. Lo único que he pedido al arte es que provoque emociones. Mi arte es contemporáneo y no una imitación del pasado porque vivo el hoy", aunque es consciente del peso que tiene en su obra la antigüedad griega. Así, el artista escogió la isla de Tinos para su nuevo museo, en parte porque en ella nacieron "casi todos los artistas plásticos que ofrecen verdadero interés en la Grecia contemporánea", además de que "si se hubiera hecho en Atenas, creo que se perdería en medio del jaleo de la ciudad", aclara.
Una de sus obras más emblemáticas (la escultura en aluminio de un dragón asesinado por San Jorge) da la bienvenida a un museo repleto de vídeos metafóricos, fotografías que evocan a los amigos (Mis amigos santos), instalaciones... Alicia Villar destaca una sobrecogedora sala en llamas, llena de espejos, obra del "Tsoclis creador, innovador, enérgico, el artista irremediable". Las obras irán rotando con el tiempo. Según el autor, habría una "lección social" para señalar la suerte que a veces tenemos en la vida. Y añade que ahora se encuentra en un "vértigo de ideas que sobrepasan las posibilidades que tengo para su materialización".
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