Anoche, leyendo la prensa digital griega, terminé de sacudirme de encima ese estado de nostalgia helénica en el que me encuentro casi permanentemente. Uno vive sumergido prácticamente todo el año en la añoranza, el estudio y la contemplación de lo mejor que Grecia nos ofrece: la literatura, la música, el cine, la historia, las costumbres, la arqueología, la gastronomía o el idioma; pero, de vez en cuando, sientes como si alguien te diera unos golpecitos en la espalda y te advirtiese de que hay otra Grecia, mucho menos grata y atractiva, a la que deberías también prestar atención y otorgar un espacio en una bitácora como ésta, dedicada a ofrecer una visión lo más poliédrica posible del país.
Pues eso, que terminé de leer los diarios digitales y comencé a verme invadido por un extraño sentimiento, mezcla de pesimismo y mala uva, que vino a desplazar definitivamente a la romántica melancolía que casi siempre me acompaña.
Resaltaban todos los diarios que la ERT, la televisión pública que hoy se encuentra en manos del Gobierno del señor Karamanlís, anunció a bombo y platillo que el cantante y sex symbol Sakis Rouvás representará a Grecia en el próximo Festival de Eurovisión, que se celebrará en Rusia nada menos que dentro de diez meses. A mi Sakis Rouvás no me gusta en absoluto como cantante y no creo que sea lo mejor que Grecia, musicalmente, pueda ofrecer al mundo, pero la pregunta que me hago es la siguiente: ¿por qué se anuncia su elección con diez meses de antelación, cuando lo normal es que las televisiones elijan a sus representantes unos tres meses antes del concurso? La única respuesta que encuentro es que alguien decidió desviar durante un par de días la atención de la gente hacia el ex-gimnasta corfiota reconvertido en cantante, en un momento en el que la actualidad social, política, económica y cultural de Grecia pasa por uno de sus periodos más nefastos. Aquí van unos cuantos ejemplos:
Los escándalos políticos se suceden uno tras otro. Cabe destacar el caso de la multinacional Siemens que untó generosamente a políticos de los dos principales partidos griegos con el fin de hacerse con sustanciosos contratos para el equipamiento de las telecomunicaciones de los pasados Juegos Olímpicos de Atenas. Los griegos, como casi todos los pueblos, tienen que soportar a una clase política que no se merecen.
En el incómodo vecino del norte, la ex república yugoslava que hasta 1941 se llamaba Vardarska Banovina y que hoy se hace llamar Macedonia, se suceden las manifestaciones de extremistas que piden la invasión de Grecia, la conquista de la actual región griega de Macedonia y el posterior traslado de la capital del país desde Skopje hasta Salónica.
Grecia, que realizó la pasada semana en sus aguas jurisdiccionales maniobras conjuntas con el ejército israelí, podría haberse convertido por este motivo en objetivo de los misiles iraníes, capaces de alcanzar el territorio heleno.
Ayer teníamos de nuevo, un año más, a media Grecia envuelta en llamas. Se contabilizaron nada menos que 110 focos de incendios en todo el país. Un titular apuntaba: “Se sofoca un incendio y se declaran tres”. Incendios la mayoría motivados por intereses económicos. La catástrofe ecológica continúa con la proliferación de ríos envenenados debido a vertidos industriales tóxicos que nadie se encarga de controlar.
En el aspecto cultural la situación no es mucho más alentadora: numerosos sitios arqueológicos se hallan, en plena temporada turística, cerrados al público durante varias horas por falta de personal. Un ejemplo: el Organismo Griego de Turismo invita en sus anuncios a visitar la isla de Delos. Sin embargo, el recinto arqueológico se cierra a las 14:30 horas, ya que no hay más personal para atender el turno de tarde. Otro ejemplo es la precariedad en la que está la Orquesta Nacional de Música de Grecia, que se encuentra al borde de la disolución por falta de recursos económicos.
Estos son tan sólo unos botones de muestra de lo que se encuentra uno cuando se aventura a echar un vistazo a la actualidad griega. ¡Vaya panorama!
Mejor terminamos con el vídeo de una canción de título optimista: “Olou tou kosmou i elpida” (“La esperanza de todo el mundo”). Tema de tipo “ritual” en el que se unen tradición y modernidad, guitarra eléctrica y clarinete. Interpretada por una Kleopatra en plan sacerdotisa délfica que porta en el pecho el sol de Vergina, la canción representó dignamente a Grecia en Eurovision en el año 1992. ¡Cómo pasa el tiempo!
Kleopatra
"Όλου του κόσμου η ελπίδα"
("La esperanza de todo el mundo")
Autor y compositor: Christos Lagós