lunes, 29 de diciembre de 2008

ΚΑΛΙΚΑΝΤΖΑΡΟΙ (Los diablillos de la Navidad)

Los calicántsaros son unos duendes o diablillos que, según la tradición, viven en las cavidades más profundas de la tierra. Sin embargo, durante los doce días que van desde la fiesta de Navidad hasta el día de la Epifanía, estos seres diminutos suben a la superficie para incordiar a los habitantes de toda Grecia e incluso inducirlos a cometer toda clase de maldades y pecados.

Quienes han visto alguna vez estos diablillos aseguran que son extremadamente pequeños, con unos cuerpecillos negros totalmente cubiertos de vello. Poseen unas largas y afiladas uñas en las manos, unos pies que más bien parecen patas de macho cabrío y unos ojos rojizos que brillan como ascuas en la oscuridad.


Cuenta la tradición que los calicántsaros viven durante todo el año en el mundo subterráneo. Su trabajo allí consiste en intentar cortar con unas pequeñas sierras el tronco del árbol que sostiene la Tierra, a fin de que ésta se desmorone. Mas como el tronco del árbol es enorme, su objetivo parece inalcanzable. Justo en el día de Navidad, los diablillos creen estar a punto de lograr su propósito, y es entonces cuando deciden subir a la superficie ante el temor de que la Tierra caiga sobre ellos y los sepulte. Una vez arriba, se dedican a celebrar la inminencia de la destrucción de la Tierra y a molestar cuanto pueden a los humanos. Pero durante los doce días que pasan en los pueblos y ciudades de Grecia, el árbol que sostiene la Tierra se reconstituye y vuelve a crecer, alcanzando nuevamente su descomunal tamaño y obligando así a los diablillos a que vuelvan a comenzar desde el principio la titánica empresa de cortar su tronco.

Se sabe que la alimentación de los calicántsaros se compone principalmente de gusanos, lombrices, ranas y culebras, aunque durante el tiempo que pasan en el interior de los hogares griegos sienten especial debilidad por la carne de cerdo, los embutidos e incluso los dulces navideños (¡serán feos pero en absoluto lelos!). Debido a su reducido tamaño, acceden a las casas a través de cualquier agujero o resquicio: las chimeneas, los palomares, las cerraduras y hasta por las juntas de ventanas y puertas. Se comen todo lo que encuentran y esparcen las sobras por todos los rincones de la casa, dejándolo todo hecho un asco. Todo esto ocurre siempre de noche, ya que los calicántsaros no soportan ni la luz del día ni la que produce el fuego. De hecho, en los pueblos griegos los hombres encienden el fuego en el hogar, procurando mantener vivas las llamas durante toda la noche para mantener así alejados a los diablillos.

Los calicántsaros desaparecen de la superficie el día de las Luces, es decir: el día de la Epifanía, después de que los curas hayan bendecido las aguas y rociado la casa con el agua bendita.

Nuevamente encontramos que el origen de este mito de los espíritus navideños se remonta a la época de la Grecia Antigua. En aquellos tiempos la gente creía que los espíritus del Hades, cuando encontraban abiertas las puertas de aquel mundo subterráneo, subían a la superficie para pasar unos días en las casas en que habían habitado cuando estaban vivos.

Personalmente, tengo mis dudas acerca de que todos los calicántsaros regresen al fondo de la tierra tras el día de Reyes. Sino, ¿quién encendía y apagaba varias veces el ventilador de mi dormitorio, cada noche, durante los días que pasé en Atenas el pasado verano?...