Pedro Olalla. Atenas
La
tarde va cayendo, ya han acabado los desfiles y el gobierno respira
aliviado. Ha sido necesario un despliegue policial sin precedentes en la
Grecia democrática para que los gobernantes actuales se sintieran
seguros viendo desfilar a los estudiantes en el Día de la Independencia.
Aun así, en muchas ciudades –como Heraclio, Patrás, Larisa o Corfú–,
los políticos no se han atrevido a aparecer. En otras, ni siquiera se
instaló la tribuna. Y en Heraclio de Creta llegó a suspenderse el
desfile, disipando al poco público asistente con gases lacrimógenos.
En todas partes, se oyeron voces en contra de los planes de rescate y muchos estudiantes volvieron a otro lado la cabeza al pasar desfilando ante la tribuna de autoridades. En Patrás, hubo huevos y cafés que fueron a estrellarse contra los cascos y los escudos de la policía. También hubo gases lacrimógenos y más de 30 detenciones, y no asomó la cara ningún representante del gobierno ni ningún diputado. En todas partes hubo "detenciones preventivas" y controles de documentación a transeúntes sospechosos. Y en Corinto, una marcha silenciosa de ciudadanos se atrevió a cerrar el desfile portando una pancarta con la consigna "Resistid".
En todas partes, se oyeron voces en contra de los planes de rescate y muchos estudiantes volvieron a otro lado la cabeza al pasar desfilando ante la tribuna de autoridades. En Patrás, hubo huevos y cafés que fueron a estrellarse contra los cascos y los escudos de la policía. También hubo gases lacrimógenos y más de 30 detenciones, y no asomó la cara ningún representante del gobierno ni ningún diputado. En todas partes hubo "detenciones preventivas" y controles de documentación a transeúntes sospechosos. Y en Corinto, una marcha silenciosa de ciudadanos se atrevió a cerrar el desfile portando una pancarta con la consigna "Resistid".
Pero el meollo de la cuestión estaba en Atenas, donde, en una tribuna a la que nadie podía aproximarse, se encontraban el Presidente de la República, el Primer Ministro, los ministros del gobierno en pleno y la plana mayor militar (recientemente renovada a conveniencia del gobierno). También había 4.000 policías a pie, furgones en todas las esquinas, agentes de paisano, fiscales preparados para instruir diligencias "in situ" y un helicóptero de las fuerzas de seguridad sobrevolando las avenidas cortadas que confluyen en Sintagma, donde desde ayer se hicieron controles a transeúntes y detenciones preventivas. Todo un fiel retrato del "gobierno legítimo" que dirige el país y de su confianza en el pueblo que le confiere la soberanía.
Cuenta Plutarco que, cuando, a la muerte de Rómulo, los antiguos romanos y sabinos decidieron elegir de mutuo acuerdo al más probo de los hombres para hacerlo su rey, pensaron en Numa, y fueron a buscarlo a los bosques sagrados donde solía retirarse a pensar. Y que cuando lo hallaron y, cediendo a los ruegos del pueblo, aceptó la dignidad de rey, lo primero que hizo fue disolver la guardia personal de 300 lanceros que había instituido Rómulo, porque, a su modo de ver, no tenía sentido mantenerla, pues no hallaba razón para desconfiar de quienes venían a confiar en él, ni razón para reinar por la fuerza sobre un pueblo que no confiara.
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