Viajar a Chipre - Marta Rivera de la Cruz
(Plaza & Janés, 2000)
Presento hoy el primer libro sobre Chipre que llegó a mi biblioteca: "Viajar a Chipre", de Marta Rivera de la Cruz. A pesar del título, no se trata de una guía de viajes convencional sino de un viaje a la isla mediterránea convertido en novela. Marta, la protagonista, acude a Chipre, casi a regañadientes, con el objetivo de cobrar la herencia de una tía recién fallecida, y termina fascinada por la vitalidad de los lugareños y la belleza de la isla. La tragedia de la partición de Chipre también está presente en gran parte del relato. Una novela escrita con frescura y con mentalidad hispana, que se lee con facilidad. Una excelente introducción, en mi opinión, para todo aquel que tenga previsto viajar a Chipre o, simplemente, desee conocer un poco más en profundidad esta maravillosa isla del Mediterráneo oriental. Aquí dejo un fragmento:
"En 1974 tropas del ejército turco invadieron la parte norte del país, un tercio del territorio de la isla, y expulsaron de sus casas a más de doscientos mil chipriotas. Desde entonces, esa zona de la isla sigue ocupada por los turcos. Me resultaba difícil imaginar cómo era la convivencia de los turco-chipriotas con sus conciudadanos de la parte no ocupada.
-¿Cómo nos llevamos? ¿Qué quieres decir?
-No sé... si hay problemas entre ellos y vosotros.
-¿Por qué iba a haberlos? Vivimos en paz. En Chipre conviven descendientes de todas las razas, de todas las religiones. Hay musulmanes, maronitas, ortodoxos, católicos... Con los orígenes ocurre igual: descendemos de franceses, de ingleses, de árabes... La familia de mi padre tiene orígenes italianos y uno de mis mejores amigos es armenio. Esa diversidad no nos causa problemas. Hemos aprendido a respetarnos y enriquecernos unos a otros. En cuanto a los turcos que viven en territorio chipriota... son tan chipriotas como yo mismo, y nadie les culpa de lo que ha sucedido. Algunos llevan generaciones enteras viviendo aquí. No hay disputas entre nosotros y nunca las habrá.
Parecía muy seguro de lo que decía. Había en sus palabras la convicción de lo que resultaba obvio. Eran las siete y media y empezaba a oscurecer. En Chipre se hace de noche muy pronto, pero no dije nada, porque me pareció que ese sería el comentario propio de una turista. Volvimos por el paseo de Finikoudes. Las terrazas de los restaurantes empezaban a llenarse de gente que se disponía a cenar según el horario centroeuropeo".