La Basílica del Pilar
Los congresos como experimento múltiple
¿Qué es lo que realmente da éxito a un congreso? Tal vez mucha gente lo resumiría así: Que las ponencias sean interesantes, que la organización sea buena y que haya participación.
Sin embargo, a mí me parece que en el caso de un congreso el éxito puede ser muchas más cosas, pues lo compararía a un experimento múltiple, en el sentido de que, de manera natural, se realiza una serie de experimentos que no tienen que ver tan sólo con las ponencias. Es, evidentemente, lo mismo que juntar a un número de personas que comparten un alto grado de interés sobre determinado tema y ponerlas a hablar sobre éste durante equis tiempo. Es decir que no son sólo las comunicaciones de los congresistas que pueden provocar reacciones a todos y cada uno de los oyentes, sino que hay infinidad de interacciones entre las personas que comparten el mismo espacio, y, por supuesto, entre las personas y el espacio. Y todas esas reacciones cambian sin cesar, están en continuo movimiento, y tienden a sintonizarse entre sí, partiendo de un mismo fondo general que es el tiempo y el lugar.
El caso del IV Congreso de Neohelenistas de Iberoamérica
El título de
El Paraninfo (antigua Facultad de Medicina y Ciencias)
El nivel general era bastante alto, y varios de los congresistas tenían realmente algo novedoso que aportar. Como alguien señaló en el cierre del acto, las ponencias de la gente más joven no tenían nada que envidiar a las de los más experimentados, incluso me parecieron mejor documentadas y más ajustadas a lo que versaban sus respectivos títulos.
La gran ausencia del congreso fue la del célebre filoheleno Miguel Castillo Didier, cuya persona y obra lució límpida en las palabras emotivas del escritor Costas Asimacópulos.
No obstante, lo más interesante para mí fue el debate creado después de las ponencias y las conversaciones surgidas tras salir de las aulas: Por ahí se oían comentarios de algún que otro aspecto que quedaba por investigar, de alguna colaboración planteada por personas que hasta ayer no se conocían, de algún que otro asistente prometedor que se animaba a dar su propia ponencia el año que viene. Y esa era la parte de la ilusión, que nos acompañó dentro y fuera del congreso, sobre todo a los más jóvenes, más o menos recién aterrizados en este mundo paralelo hispano-griego.
Zaragoza, sus tesoros y sus griegos
Desde hacía tiempo quería visitar Zaragoza sin saber muy bien el porqué. Pues ahora sé que me gustaría volver allí para encontrarme con las cosas que no me dio tiempo a ver durante ese programa bastante cargado de actividades.
Recepción en el Ayuntamiento el primer día
Las dos visitas guiadas, primero al Palacio de
La parte de atrás de
Me encontré a un risueño paisano que vive allí los últimos 33 años (desde que murió Franco) y tiene una tienda de yiros en pleno centro de la ciudad. También ofrece empanadas griegas, algunos dulces interesantes (sobre todo siropiastá) y cervezas griegas. Pero todo auténtico, como en ningún sitio en España había encontrado hasta entonces.
Auténtica comida griega
Conocí a dos griegas y hablamos de nuestra situación parecida en el país de adopción, del ahora y de las expectativas del futuro. Nos despedimos deseándonos suerte una a otra.
En un restaurante griego
Por último, para culminar de la mejor manera esta sarta de impresiones, mencionaré al Dr. Manolis Giatsidis de
Baile típico aragonés
Todos juntos bailando sirtaki
Conclusiones
Lo más seguro es que hay que apoyar iniciativas así, como la del IV Congreso de Neohelenistas de Iberoamérica, organizado por
Y todos aquellos que comparten el objetivo de fomentar el griego en España tienen que ir unidos de la mano. Al ser pocos, hay que dejar de lado posibles discrepancias y que rija la competitividad o ευγενής άμιλλα, como lo prefiráis llamar.
Texto y fotografías: Vicky Rouska