Cuenta la leyenda que el gran Fidias, durante una de sus travesías en barco por el Egeo, se vio sorprendido por una feroz tempestad que obligó a la nave en la que viajaba a buscar puerto seguro en Tinos. Allí, el más famoso escultor de la Antigua Grecia pasó una larga temporada enseñando a los habitantes de la isla, rica en yacimientos de mármol, el arte de la escultura. Sea o no verdadero este hecho, lo cierto que es resulta sorprendente la gran cantidad de reconocidos artistas plásticos griegos que vieron por primera vez la luz en Tinos. Hoy quisiera destacar la figura del escultor Yanulis Jalepás, de quien supe por primera vez gracias al hermoso texto del escritor y poeta griego Zanásis Jatsópulos que reproduzco a continuación:
EL ESCULTOR YANULIS JALEPÁS
"TAL VEZ NO HAYA OTRO EJEMPLO en el mundo. Otro caso de artista que vincule tan claramente, con tanta serenidad, el arte a la locura, la oscuridad de la mente a la luz de la creación, que exprese en definitiva lo cerca que se mueven, la gran afinidad de lo que llamamos vida y muerte. Al tiempo que estuvo encerrado en el manicomio, siguió el largo período en que su mente se hundió en la vaguedad y en la nada. En una existencia que se identificaba absolutamente con la inexistencia. Para encontrar continuación en un despertar humano y creativo, un retorno del sí y una etapa artística mucho más importante que la precedente -como si la locura lo hubiera hecho más sabio- y cuyo punto de partida coincide con la muerte de su madre. Como si el duelo, dador de vida una vez más, fuera una luz que lo hubiera devuelto a la corriente de la vida y la creación, indicando el silencioso cauce de las cosas y sus incisiones, tal y como adquieren forma en la vida y tal y como finalmente quedaron registradas en su obra."
EL ESCULTOR YANULIS JALEPÁS
"TAL VEZ NO HAYA OTRO EJEMPLO en el mundo. Otro caso de artista que vincule tan claramente, con tanta serenidad, el arte a la locura, la oscuridad de la mente a la luz de la creación, que exprese en definitiva lo cerca que se mueven, la gran afinidad de lo que llamamos vida y muerte. Al tiempo que estuvo encerrado en el manicomio, siguió el largo período en que su mente se hundió en la vaguedad y en la nada. En una existencia que se identificaba absolutamente con la inexistencia. Para encontrar continuación en un despertar humano y creativo, un retorno del sí y una etapa artística mucho más importante que la precedente -como si la locura lo hubiera hecho más sabio- y cuyo punto de partida coincide con la muerte de su madre. Como si el duelo, dador de vida una vez más, fuera una luz que lo hubiera devuelto a la corriente de la vida y la creación, indicando el silencioso cauce de las cosas y sus incisiones, tal y como adquieren forma en la vida y tal y como finalmente quedaron registradas en su obra."
Zanasis Jatsópulos - "Verbos para la rosa. Esbozo de poética"
Miguel Gómez Ediciones. Málaga, 2002
Traducción de Vicente Fernández González
Miguel Gómez Ediciones. Málaga, 2002
Traducción de Vicente Fernández González
El escultor Yanulis Jalepás nació en el pequeño pueblo de Pirgos, en la isla de Tinos, en 1851, en el seño de una familia poseedora de una empresa dedicada al trabajo artístico del mármol, con delegaciones en Bucarest, Esmirna y El Pireo. Yanulis, que era el mayor de los cinco vástagos de la familia, demostró desde niño una especial vocación por la escultura y ayudaba a su padre en los trabajos que éste realizaba para algunas iglesias de la isla. El objetivo de los padres de Yanulis era ver a su hijo convertido en un hombre de negocios, pero el propósito del joven era dedicarse al arte.
Entre los años 1869 y 1872, Jalepás estudia escultura en la Escuela de Bellas Artes de Atenas, teniendo como profesor al escultor neoclásico Leonidas Drosis. En 1873 recibe una beca que le permite marchar a estudiar a la Academia de Bellas Artes de Múnich, bajo la supervisión del escultor Max Ritten von Widnmann. Durante su estancia en la capital bávara, Yanulis Jalepás llega a exponer algunas de sus obras como El cuento de la Bella y el Sátiro jugando con Eros, por las cuales resulta premiado. Presenta también esta última obra, junto con el Relieve del Cariño, en la exposición de Atenas de 1875.
En 1876 regresa a Atenas, donde abre su propio estudio de escultura. En 1877 da el toque definitvo al Sátiro que juega con Eros e imediatamnete después comienza a trabajar en la obra escultórica por la que será recordado en la posteridad: La Durmiente. Se trata de una escultura para la tumba de Sofía Afentaki en el Primer Cementerio de Atenas.
En el invierno de 1877, con tan sólo 26 años, Yanulis Jalepás sufre su primera crisis nerviosa. Sin motivo aparente, el artista comienza a destruir sus obras e intenta suicidarse en varias ocasiones. En la actualidad sabemos que los motivos de la enfermedad mental del artista se debieron a su obsesión por la perfección en sus obras, al agotamiento físico causado por su dedicación ininterrumpida al trabajo y también a la desafortunada relación con una joven de Tinos a la que hizo propuesta de matrimonio y que, bajo la influencia de sus padres, lo rechazó. Los padres de Jalepás, aconsejados por los médicos, deciden enviar al joven de viaje por Italia, donde experimenta una mejoría temporal. Sin embargo, tras regresar a Grecia, los síntomas de la enfermedad vuelven a manifestarse: inmersión absoluta en el silencio, aislamiento, delirios y prolongadas carcajadas sin motivo alguno. Ante el empeoramiento de la salud del artista, la familia decide que debe ingresar en el Psiquiátrico Público de Corfú. Allí los médicos le prohiben cualquier tipo de manifestación artística y en más de una ocasión llegan a destruir los proyectos para esculturas que encuentran escondidos en el armario de la habitación. Se dice que solamente uno de los diseños que Jalepás realizó durante sus años de reclusión consiguió salvarse. Al parecer, el proyecto fue robado al escultor por uno de los enfermos y apareció en los sótanos del edificio en 1942.
En 1901, fallece el padre de Yanulis Jalepás y un año después su madre decide llevarlo a vivir con ella a la casa familiar de Pirgos, en Tinos. Allí vive tutelado austeramente por su progenitora, la cual está convencida de que el arte es la causa de los trastornos de su hijo y se dedica cada noche a destruir los proyectos escultóricos al carboncillo que su hijo ha diseñado durante el día.
A la muerte de su madre, en 1916, Jalepás ha cortado ya todo tipo de relación con el arte. Vive, sumido en la pobreza, pastoreando ovejas y con el pesado estigma de ser "el loco del pueblo". Con el paso del tiempo, vuelve a diseñar y a ocuparse nuevamente con la escultura, a pesar del rechazo de la sociedad pueblerina de Pirgos. El escultor está decidido a recuperar el tiempo perdido.
Es en 1923 cuando un profesor ateniense, admirador de Jalepás, hace copias en yeso de varias obras del escultor y las presenta en la Academia de Atenas en 1925. El resultado de esta exposición fue la concesión a Jalepás, en 1927, del Premio de las Artes de la mencionada institución capitalina. El artista se traslada a Atenas, donde vive junto a sus sobrinas Eftijía e Irini.
Con su indiscutible talento reconocido en todas partes y también con la fama del artista loco que recuperó la cordura, Jalepás comienza a ser conocido como el Van Gogh o el Rodin de Atenas, donde fallece el 15 de septiembre de 1938, hoy hace exactamente setenta y tres años.
Existen en Tinos dos museos dedicados a Yanulis Jalepás: uno, en la capital, patrocinado por la Fundación de la Cultura de Tinos, y la Casa-Museo de Yanulis Jalepás en Pirgos.
Entre los años 1869 y 1872, Jalepás estudia escultura en la Escuela de Bellas Artes de Atenas, teniendo como profesor al escultor neoclásico Leonidas Drosis. En 1873 recibe una beca que le permite marchar a estudiar a la Academia de Bellas Artes de Múnich, bajo la supervisión del escultor Max Ritten von Widnmann. Durante su estancia en la capital bávara, Yanulis Jalepás llega a exponer algunas de sus obras como El cuento de la Bella y el Sátiro jugando con Eros, por las cuales resulta premiado. Presenta también esta última obra, junto con el Relieve del Cariño, en la exposición de Atenas de 1875.
En 1876 regresa a Atenas, donde abre su propio estudio de escultura. En 1877 da el toque definitvo al Sátiro que juega con Eros e imediatamnete después comienza a trabajar en la obra escultórica por la que será recordado en la posteridad: La Durmiente. Se trata de una escultura para la tumba de Sofía Afentaki en el Primer Cementerio de Atenas.
En el invierno de 1877, con tan sólo 26 años, Yanulis Jalepás sufre su primera crisis nerviosa. Sin motivo aparente, el artista comienza a destruir sus obras e intenta suicidarse en varias ocasiones. En la actualidad sabemos que los motivos de la enfermedad mental del artista se debieron a su obsesión por la perfección en sus obras, al agotamiento físico causado por su dedicación ininterrumpida al trabajo y también a la desafortunada relación con una joven de Tinos a la que hizo propuesta de matrimonio y que, bajo la influencia de sus padres, lo rechazó. Los padres de Jalepás, aconsejados por los médicos, deciden enviar al joven de viaje por Italia, donde experimenta una mejoría temporal. Sin embargo, tras regresar a Grecia, los síntomas de la enfermedad vuelven a manifestarse: inmersión absoluta en el silencio, aislamiento, delirios y prolongadas carcajadas sin motivo alguno. Ante el empeoramiento de la salud del artista, la familia decide que debe ingresar en el Psiquiátrico Público de Corfú. Allí los médicos le prohiben cualquier tipo de manifestación artística y en más de una ocasión llegan a destruir los proyectos para esculturas que encuentran escondidos en el armario de la habitación. Se dice que solamente uno de los diseños que Jalepás realizó durante sus años de reclusión consiguió salvarse. Al parecer, el proyecto fue robado al escultor por uno de los enfermos y apareció en los sótanos del edificio en 1942.
En 1901, fallece el padre de Yanulis Jalepás y un año después su madre decide llevarlo a vivir con ella a la casa familiar de Pirgos, en Tinos. Allí vive tutelado austeramente por su progenitora, la cual está convencida de que el arte es la causa de los trastornos de su hijo y se dedica cada noche a destruir los proyectos escultóricos al carboncillo que su hijo ha diseñado durante el día.
A la muerte de su madre, en 1916, Jalepás ha cortado ya todo tipo de relación con el arte. Vive, sumido en la pobreza, pastoreando ovejas y con el pesado estigma de ser "el loco del pueblo". Con el paso del tiempo, vuelve a diseñar y a ocuparse nuevamente con la escultura, a pesar del rechazo de la sociedad pueblerina de Pirgos. El escultor está decidido a recuperar el tiempo perdido.
Es en 1923 cuando un profesor ateniense, admirador de Jalepás, hace copias en yeso de varias obras del escultor y las presenta en la Academia de Atenas en 1925. El resultado de esta exposición fue la concesión a Jalepás, en 1927, del Premio de las Artes de la mencionada institución capitalina. El artista se traslada a Atenas, donde vive junto a sus sobrinas Eftijía e Irini.
Con su indiscutible talento reconocido en todas partes y también con la fama del artista loco que recuperó la cordura, Jalepás comienza a ser conocido como el Van Gogh o el Rodin de Atenas, donde fallece el 15 de septiembre de 1938, hoy hace exactamente setenta y tres años.
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Existen en Tinos dos museos dedicados a Yanulis Jalepás: uno, en la capital, patrocinado por la Fundación de la Cultura de Tinos, y la Casa-Museo de Yanulis Jalepás en Pirgos.
Casa-Museo de Yanulis Jalepás
Pirgos (Tinos)