miércoles, 29 de agosto de 2012

EL MUSEO DE LA ACRÓPOLIS EXHIBE LA COPA DE SPYROS LOUIS, PRIMER CAMPEÓN OLÍMPICO DE LA COMPETICIÓN DE MARATÓN



Desde el pasado lunes, 27 de agosto, el Museo de la Acrópolis de Atenas exhibe la copa de plata que conquistó el corredor griego Spyros Louis al ganar la competición de maratón de los primeros Juegos Olímpicos de la era moderna, celebrados en la capital griega en 1896.

El trofeo, de 15 centímetros de altura, fue vendido por el nieto de Louis a la casa de subastas londinense Christie's y posteriormente adquirido en por la Fundación Stavros Niarchos, que pagó por él una cantidad superior a los 650.000 euros. 

Andreas Dracópulos, presidente del Consejo de Administración de la Fundación Stavros Niarchos, declaró que "con el convencimiento de que esta histórica copa constituye un trozo inseparable de la historia y la cultura de Grecia, la fundación pretende, a través de esta exposición, proyectar internacionalmente el espíritu helénico junto al profundo simbolismo de este trofeo. Invitamos a todos los visitantes del Museo de la Acrópolis a admirar de cerca una de las más preciadas creaciones artísticas de los Juegos Olímpicos contemporáneos. Esta copa simboliza la lucha, la victoria y la esperanza en un futuro mejor."

La fundación, según expresó Dracópulos, seguirá esforzándose en encontrar por todo el territorio griego otros lugares adecuados para que la copa sea exhibida al público tras finalizar su exposición en el Museo de la Acrópolis, en septiembre de 2013, y antes de que se inaugure la exposición permanente del trofeo olímpico en el Centro Cultural de la Fundación Stavros Niarchos, en el año 2015. Cabe reseñar que la copa se expone en el hall del Museo de la Acrópolis y no hay que pagar entrada para verla.


  Spyros Louis (1873-1940)

Spiridon "Spyros"  Louis fue el primer deportista que consiguió ganar la competición de maratón en los primeros Juegos Olímpicos de la era moderna, celebrados en Atenas en 1896. Louis, que se ganaba la vida como aguador en las calles de Atenas y cuya preparación como deportista había sido muy limitada, consiguió superar a varios corredores de renombre internacional y a su compatriota y favorito de los griegos Jarílaos Vasilakos, que se había alzado con la victoria en la prueba de maratón de los Juegos Panhelénicos. Spyros Louis fue aclamado como héroe nacional y se le regaló, junto a la copa, una medalla de plata, una antigua vasija de cerámica, una rama de olivo y un diploma firmado por el rey Jorge I.

La competición de maratón, creada para los Juegos de 1896, estaba inspirada por la legendaria carrera de Filípides para llevar la noticia, desde Maratón hasta Atenas, de la victoria de los antiguos griegos en la batalla contra los persas. Según la leyenda, Filípides murió momentos después de entregar el mensaje.


Texto de Yorgos Jatsiandréu para La Pasión Griega



Presentamos a continuación un filme documental de la Fundación Stavros Niarchos (en griego y con subtítulos en inglés) en el que se hace referencia a la historia del trofeo olímpico que actualmente se exhibe en el Museo de la Acrópolis y a los Juegos Olímpicos de Atenas de 1896.

La Copa de Spyros Louis 
Museo de la Acrópolis de Atenas
de martes a domingo, de 08:00 a 20:00 h
(los viernes abierto hasta las 22:00 h)
Lunes cerrado  


Enlace:



lunes, 27 de agosto de 2012

GREECESLAND


Extracto de la entrevista a Pedro Olalla para la película documental “Greecesland”, actualmente en rodaje. 

“Greecesland, un camino para España”, obra del documentalista Mitoa Edjang Campos, analiza la crisis desde la perspectiva griega e islandesa, con sus diferencias y similitudes con la española, y las dos maneras diferentes de afrontarla. 




sábado, 25 de agosto de 2012

EL ESPÍRITU DE LAS ISLAS

Lawrence Durrell (1912-1990)
Foto: elpais.com

Se cumplen cien años del nacimiento del autor de “El cuarteto de Alejandría”. Una nueva edición recoge en un volumen sus libros sobre Corfú, Rodas y Chipre

Jacinto Antón. 25/08/2012

El cuarteto de Alejandría y El quinteto de Aviñón no estarían completos sin la trilogía de las islas. Efectivamente, el mapa de la creación deLawrence Durrell (1912-1990) se extiende más allá de los límites de sus dos mayores obras de ficción y tiene en el conjunto que componen sus tres grandes libros literarios sobre islas —consagrados respectivamente a Corfú, Rodas y Chipre— un maravilloso archipiélago, al que ahora se puede arribar en un solo viaje al haberlos reunido en un único volumen la editorial Edhasa bajo el título de Trilogía mediterránea (2012). Una estupenda opción de lectura para los felices mortales que aún estén de vacaciones y una cita de indudable melancolía para los que ya hayan (hayamos) regresado de alguna isla similar. Es cierto que en puridad deberíamos añadir al lote insular de Larry Carrusel siciliano (Noguer, 1990) y Las islas griegas (Folio, 2004), aunque el primero escapa al ámbito griego y el segundo, publicado originalmente en 1978, es una obra mucho más tardía que las otras tres y utiliza parte del material de las anteriores.

La celda de Próspero (Corfú), Reflexiones sobre una Venus marina(Rodas) y Limones amargos (Chipre) son mucho más que libros de viajes, aunque compartan algunos elementos de ese género literario. El escritor y amigo de Durrell, Richard Aldington, al que, por cierto, debemos la primera (1955) biografía desmitificadora de otro Lawrence, el de Arabia, decía muy acertadamente que había que considerar más bien esas tres obras insulares como “foreign-residence books”, libros de extranjero residente. Durrell, hombre que pasó su vida abroad —enoutremer, que diría él—, hizo mucho más que viajar allí: pasó una larga temporada en cada una de las islas, periodos muy importantes de su vida personal —con diferentes mujeres, amistades y circunstancias— y creativa, y adquirió viviendas en todas ellas, como la vieja y encantadora casa de pescadores (Casa Blanca) en Kalamai, al norte de Corfú; la pequeña Villa Cleóbulo, junto a un cementerio turco en Rodas, oculta por adelfas y rododendros, o la gran casa hecha una ruina, pero de tan indescriptibles vistas en el pueblo de Bellpais, bajo el castillo de Buffavento, en Chipre, y cuya rocambolesca compra es motivo de algunas páginas divertidísimas antes de que el libro derive hacia la tragedia.

La trilogía reivindica una cierta “islomanía”, como la define encantadoramente uno de los personajes de Reflexiones sobre una Venus marina, una “dolencia del espíritu” que afecta a las personas para las que las islas resultan irresistibles. “El simple conocimiento de que se encuentran en una isla, un pequeño mundo rodeado por el mar, las llena de una indescriptible embriaguez”. Los islómanos natos serían (seríamos) descendientes directos de los atlantes, “y durante toda su vida isleña su subconsciente tiende hacia la perdida Atlántida”…

En conjunto, estos libros de islas, llenos de caiques, pescadores de esponjas, baños en aguas frescas y transparentes de un mar “que enreda y desenreda sus mallas de plata”, veladas con gentes inolvidables fumando cigarrillos Papastratos, y una vida en general frugal, pero bien regada de vinos, licores y amistades, componen una mezcla bastante completa de los intereses de Durrell. Hay historia, atravesada de mito, leyenda y folclore (destruye nidos de golondrinas y te saldrán pecas, advierten en Rodas); hay formidables descripciones de paisajes, llenas de un lirismo arrebatador que entra a menudo en el campo de la poesía (y algunos de los poemas de Durrell brotan directamente de ahí); hay una riquísima galería de personajes y sucesos, en cuyo dibujo puede verse cómo el autor tiende a ficcionalizarlos (incluso a sí mismo), como si fueran embriones de sujetos y episodios de sus novelas; hay política (la ocupación aliada en Rodas al final de la II Guerra Mundial, el conflicto de la enosis, la aspirada unión con Grecia de la comunidad grecochipriota, en Chipre, que nos muestran a Durrell en su avatar de funcionario del Foreign Office), y hay aventura (de la que le gustaba a Larry, de película de espías), incluso pistola en mano…

La deriva continúa hacia lo narrativo, la metaliteratura, la atracción por los elementos oscuros, heterodoxos, sexuales y morbosos; la experimentación con el lenguaje, incluidas metáforas audaces hasta la torsión, y la fijación con la amistad y la recurrente pérdida de los amigos, la despedida, la desbandada y el recuerdo (“qué lejano viaje podemos desear a los amigos / para mimar su ausencia con nuestro recuerdo”, decía en unos versos), son otros aspectos comunes a este apasionante abanico durrelliano.

Por encima de todo está la obsesión característica de Durrell por definir elsprit of the place, el alma del lugar, algo que siempre consigue tan magistralmente, sea en Alejandría o la Provenza. Y está Grecia, por supuesto, el gran amor del escritor (que en cambio —nadie es perfecto— difícilmente soportaba Egipto).

La celda de Próspero, que arranca con una frase memorable —“En algún sitio entre Calabria y Corfú comienza realmente el azul” (con perdón de Formentera)—, describe la estancia de Durrell y su mujer entonces, Nancy Myers, en la isla jónica, a la que la familia Durrell, la madre viuda, Louisa, y sus cuatro hijos (Larry, obsesionado con la literatura, Leslie, obsesionado con las armas, Margo, obsesionada con los chicos y Gerald, obsesionado con los bichos, como sintetiza simpáticamente el biógrafo de Lawrence Durrell, Gordon Bowker —Trough the dark labyrinth, Pimlico, 1996—), habían llegado en 1935 desde una Inglaterra que les parecía gris y opresiva. Lo era especialmente en comparación con la India que había sido su hogar (el padre era ingeniero de los ferrocarriles del Raj) y donde Larry había nacido (Jalunda —actual Jalandhar—, 1912). El libro, en el que encontramos a Larry y “N.” en su propia casa, apartados de la encantadora, pero ruidosa familia y de la afición de Gerald a la fauna más indeseable, es delicioso aunque inevitablemente elegiaco, pues está escrito desde una “abrumadora distancia”: desde Alejandría, donde Durrell se instaló tras huir por los pelos de Grecia a raíz de la invasión alemana en 1941 y cuando pensaba que jamás regresaría a la brillante y diminuta motita de aquella Arcadia jónica. La añoranza es contagiosa y más cuando Durrell recuerda los baños desnudo en el mar del verano o el hallazgo en la playa de una tortuga muerta de pesados párpados amarillos. De la vecina Léucade, otra de las jónicas, yo conservo la imagen muy durrelliana de una mantarraya gigante extendida sobre la parte trasera de la baqueteada camioneta del capitán Spyros (un saludo desde aquí, ¡yasas kapitanos!), rezumando mar y misterio a partes iguales.

Hay muchas otras cosas maravillosas en el libro: la pesca de una anguila fiera como Satanás y de pulpos con tridente, las historias de náyades y del dios Pan, o la de san Espiridón, a cuya momia le puedes besar las zapatillas; la búsqueda del lugar de encuentro entre Ulises y Nausica, las conversaciones con el conde D. (al tío del cual, acreditado vampiro —vrikolakas—, hubo que exhumarlo y clavarle una estaca para acallar habladurías). El conde sostiene que Shakespeare pensaba en Corfú al describir la isla de La tempestad. En los silencios de las veladas se oyen las naranjas que caen de los árboles en el huerto, y a los búhos. Aprenderemos que es peligroso echar la siesta bajo un ciprés o que la cama es lo único que no te pueden embargar por deudas en Corfú. Entre los personajes, Mateo, el dinamitero de peces que, como un Stauffenberg de la pesca, ha perdido un ojo y media mano; Zarian, el poeta armenio, y Theodore Stephanides, el médico erudito que introdujo a Larry en la poesía de Palamas y Kavafis y al que Durrell consideraba uno de sus “tíos” espirituales.

Encontramos en este y los otros dos libros un interés por la anécdota histórica culta y las etimologías similar al de los hermosos libros griegos de Patrick Leigh Fermor, buen amigo de Durrell. Paddy, al que Larry conoció durante la guerra en El Cairo, aparece, retratado con cariño y admiración (Durrell al cabo no fue soldado, ni héroe), en diferentes episodios en Rodas y Chipre, acompañado por su camarada de armas Xan Fielding y por la que el escritor denomina La Diosa del Trigo (Joan Eyres-Monsell, la futura esposa de Paddy). Juntos, Larry, Paddy y Xan, exploran los conductos subterráneos de agua infestados de murciélagos de la antigua Cameirus, en Rodas, aventura origen del poema de DurrellThe lost cities.

Hay momentos de una poesía sublime, y de indecible tristeza en Corfú; otros jocosos. Como cuando al mostrársele a un viejo campesino el cuarto de baño del conde —con sus elementos tan insólitos en la isla, carente de retretes—, el hombre se persigna y dice: “Ruego a Dios, mi Señor, que nunca lo necesite”. O cuando un pastor, al interrogársele por la costumbre local de tener una oveja favorita, a la que se engalana, responde: “Desde cualquier punto de vista son superiores a nuestras esposas. Pero sobre todo no hablan”.

Rodas es una isla que conozco bien y por eso he de confesar una debilidad especial por Reflexiones sobre una Venus marina, aunque, claro, la Rodas de la inmediata posguerra, sin gatos, con prisioneros alemanes, alambradas, el aeródromo con sus aviones chamuscados y aún con playas minadas está muy lejos de mi experiencia turística. Por supuesto no debe haber nada mejor, históricamente hablando, que ver Rodas después de un asedio. Durrell llega desde Egipto (“hervidero de sabandijas”) como oficial de información de las fuerzas de ocupación británicas tras cuatro años de exilio de su querida Grecia. Inmediatamente entra en un éxtasis Egeo con el reencuentro y se pone bajo la advocación de la Venus de Rodas, la bellísima estatua de la diosa pescada en el mar y genius loci de la isla (que tiene su alter ego en Afrodita, la pobre puta que vende sus favores en los muelles). Pronto se le une su nuevo amor, E. (Eve Cohen, la inspiración para el personaje de Justine). De nuevo el azul, los amigos que vienen y van, el aire con aroma a mandarinas. A Durrell, anonadado de dicha, le cautivan las famosas puestas de sol rodias que provocan la ignición de las murallas y los minaretes entre hibiscos y adelfas, y no deja de escribir sobre el legendario Coloso —“tardes enteras zambulléndonos en el puerto en busca de fragmentos”— . En Rodas los niños pasean con una cigarra atada como un juguete ruidoso. El periódico que lanza Durrell tiene sumo éxito por la falta de papel para envolver los pescados. “Eso sitúa al periodismo en su perspectiva correcta”, anota.

Me ha sorprendido encontrar un párrafo que sugiere el inicio de Justine: “Otra vez el siroco: un gigantesco oleaje coronado de espuma blanca que corre hacia Anatolia y estalla en pedazos contra los promontorios hundidos en humo”. Y en Limones amargos, unas consideraciones sobre los templarios y Bafomet que apuntan al Quinteto.

A Chipre llega Durrell en 1953 tras cinco años de destierro griego, esta vez en Serbia. Las primeras noticias sobre la isla son desalentadoras. Árida y la gente bebe demasiado. “¿Y las mujeres?”, pregunta Larry. “Muy feas. Feas de veras”. No es extraño que sus primeros pensamientos vayan hacia Bragadino, el defensor de Famagusta, desollado por los turcos y cuya piel rellena de paja fue paseada por el Mediterráneo en el palo de una galeaza. No obstante Durrell acaba disfrutando en Chipre, donde se reencuentra con las encantadorasmoeurs mediterráneas. Para evitar una pelea con un macizo chipriota —pese a que Larry era buen boxeador—, se inventa que su hermano ha muerto combatiendo junto a los griegos contra los pánzer nazis en las Termópilas (1941). Luego, al llegar de visita Gerald, se produce la natural sorpresa. El libro deriva hacia lo político y el thriller al irse agriando la situación en la isla por la aparición del terrorismo del EOKA. Durrell se encuentra en la difícil coyuntura de ser funcionario británico entre sus amigos griegos encabronados. El escritor acaba pareciendo un personaje de Graham Greene: le llaman vecino, pero lleva pistola. Cuando se marcha por piernas, le prometen que le cuidarán la casa y le despiden con el proverbio chipriota: “El vino del año próximo es el más dulce”.





Lawrence Durrell - "Trilogía Mediterránea"
La celda de Próspero
Reflexiones sobre una Venus marina
Limones amargos
Traducción de Floreal Mazía. 
Edhasa. Barcelona, 2012. 
768 páginas. 28,50 €

Sitio oficial del centenario de Lawrence Durrell
durrell2012.com




EL IRREDUCTIBLE CARÁCTER GRIEGO

Lawrence Durrell (1912-1990)


Jacinto Antón. 25/08/2012

Las consideraciones de Lawrence Durrell en su trilogía de las islas sobre el carácter griego, a veces divertidamente estupefactas, resuenan especialmente oportunas en estos momentos con la Hélade amenazada por el Jerjes alemán con falda: “Hasta la muerte es menos importante que la política”; la manera de ser del griego es “regañona y alegre, el entrañable afecto desdeñoso”; “el hombre griego es de impulsos, lleno de jactancias, impaciente por la lentitud, rápido en la simpatía, inventivo y asimilativo, a caballo entre su genio heroico y su desesperanzado poder de raciocinio”; “espléndido en la holganza, en pedir dinero prestado” (!).

Manoli, viejo pescador del Egeo, en Rodas afirma con acento de ajo y mastika en Reflexiones sobre una Venus marina: “El caos nos agrada”. Y señala en conversación con Durrell ¡en 1945!: “Vienen a librarnos de la pobreza. Dios sabe que necesitamos que nos libren de eso. Pero terminarán esclavizándonos con otros males. Y Dios sabe que eso no lo necesitamos”. Se refiere al Frente de Liberación Nacional griego (EAM) no al FMI ni al Bundesbank, ¡pero qué actual suena! “Sáquenme de la pobreza, pero, ¿pueden darme la felicidad que tengo aquí?”, añade el pescador filósofo tocándose el velludo pecho con el puño. Para dejarnos esta última cavilación: “En el mundo hay muchas personas egoístas, sea de quien sea el burro siempre aparecen montadas sobre él”.

El tema griego muestra qué oportuno puede ser leer o releer a Lawrence Durrell. Por supuesto no hace falta ninguna excusa para acercarnos a sus libros. De hecho es difícil creer que alguien pueda vivir (o al menos enamorarse) sin haber leído Justine. El caso es que el centenario de Durrell aquí en España parece que está pasando sin pena ni gloria, a excepción de la edición de Edhasa y de algunos artículos, especialmente los dos espléndidos dedicados al escritor en La Vanguardia por Joan de Sagarra, cuya madre había sido amiga de Durrell y al que el maestro, que lo denomina siempre “tío Larry”, conoció en una memorable ocasión en Taormina en 1990 después de haberle dejado años antes unas botellas de manzanilla en su casa de Sommières…

"En España no se hace nada que yo sepa para homenajearle como es debido”, me dice el empedernido durrelliano Alejandro Lasala, que ha formado parte incluso de la Association Lawrence Durrell en Languedoc, en Sommières, y que tiene en cartera un proyecto videográfico sobre el escritor. “De alguna manera parece haber caído en el olvido, pese a la enorme popularidad que adquirió en nuestro país con El cuarteto de Alejandría, al que añadiría su popular guía de las islas griegas, que estaba en todas las casas. Es cierto que en cambio El quinteto es una obra mucho más exigente y que la creatividad y la calidad de Durrell empezaron a caer en picado con su alcoholismo y el predominio del lado más oscuro de su personalidad”.

En Gran Bretaña, aunque siempre ha habido una extraña renuencia a colocar a Durrell en el panteón de los escritores ilustres —por su amoralidad o por su condición de autoexpatriado, quién sabe—, las cosas son diferentes. Se están desarrollando una larga serie de iniciativas con motivo del aniversario, que incluyen publicaciones, reediciones, exposiciones y conferencias. A destacar un conjunto de grabaciones de entrevistas con el escritor y de lecturas de poemas por él mismo que ha editado la British Library (The spoken word: Lawrence Durrell). También la prèmiere de la grabación de la ópera Sappho (1963), con libreto de Durrell y música de Peggy Glanville-Hicks, que tenía que cantar en su día Maria Callas. Entre los títulos interesantes que nos trae 2012, Durrell and the City, que conmemora el 55º aniversario de El cuarteto de Alejandría con una serie de 14 ensayos de especialistas que analizan la relación de Durrell con el paisaje urbano.


Artículo original: cultura.elpais.com





jueves, 23 de agosto de 2012

ÍTACA I GRÈCIA



Joaquim Coello i Brufau 21/8/2012

El més important de Cefalònia, illa jònica al sud de Corfú, és que està separada per un canal de dues milles d' Ítaca. Un té la sensació quan visita aquestes terres que el mateix mar, el mateix cel, les mateixes pedres que un veu són les que va contemplar Ulisses, nom romà, el grec és Odiseus, ara fa tres mil anys quan va retornar a casa després d'un viatge de vint anys per anar a la guerra de Troia i va retrobar Penélope, que va esperar amb la fe que ell tornaria, desteixint de nit el que teixia de dia amb l'excusa que quan la peça estigués acabada acceptaria el matrimoni d'aquells que l'hi proposaven dient-li que mai Ulisses no tornaria... És aquesta indestructible esperança en el futur i confiança en l'home la que ha forjat el mite d'Ítaca per a tots aquells que, mediterranis o no, delim per un futur millor que el nostre present i avancem lentament, en versos de Kavafis, amb l'esperança d'arribar al destí.

El primer que un constata en navegar a vela entre les illes gregues és que o hi ha molt vent o no n'hi ha gens, que el temps canvia de manera capritxosa i que el mar està ple de pedres i esculls. Un comprèn de sobte per què el grecs clàssics naufragaven tan sovint i que l'Atenes de Pèricles era el primer imperi del món conegut al segle V aC, construït sobre el comerç i les colònies perquè dominava l'art de la navegació. La paraula art aplicada a la navegació i a la construcció de vaixells era llavors ajustada a la realitat. El principi d'Arquímedes estava tot just formulat, i l'astronomia per situar-se era aproximada, coneixien els grecs l'estrella polar que marca el nord, però la manca de mesura precisa del temps i de l'altura dels astres sobre l'horitzó feia el sol inútil per situar-se en longitud i latitud. Es varen haver d'esperar 17 segles per descobrir que la Terra era rodona i girava al voltant del sol i 22 segles per començar a entendre la hidrodinàmica, l'aerodinàmica i la resistència de materials. Allò era doncs art i no ciència, i per tant era del tot necessari pintar ulls als vaixells perquè trobessin el camí, consultar els oracles i pregar als déus per arribar al destí sense perdre-hi la vida.

Les illes jòniques, contràriament a les Cíclades situades a sud del Pireu, a les del nord del mar Egeu o les del Dodecanes a tocar de Turquia, tenen molta aigua, hi plou molt a l'hivern, la neu s'aguanta mesos al cim de l'Aenos, la muntanya de 1.600 m més alta de Cefalònia, i tenen abundants llacs i corrents subterranis que recorren l'illa en totes direccions. Hi creix una vegetació abundant semblant a la nostra, amb tres significades diferències: hi ha pocs pins, moltes més oliveres, l'oli i el vi a Grècia són essencials per a la vida, i hi ha molts xiprers dels que, tret d'alguns arrenglerats a l'Empordà per protegir els cultius del vent, resulta un arbre escàs, singular, quasi exclusivament funerari, a casa nostra. Aquesta barreja del gris verd de les oliveres i del verd fosc i intens del xiprers, del volum arrodonit en un cas i vertical en l'altre, dóna al paisatge de les illes Jòniques una bellesa i originalitat úniques en contrast amb la Grècia continental seca i arrasada pel meltemi, vent del nord que bufa amb força la major part del any. Però sobretot a l'estiu a las Cíclades i al Dodecanès.

Però si les pedres, les muntanyes i el mar són els mateixos que van veure Pèricles i Sòcrates i Alexandre o els que descriu Tucídides a la Història de la guerra del Peloponès, que igual era la Grècia clàssica a l'Europa actual, amb contínues guerres i disputes entre petites ciutats i estats!, la que té poc a veure amb la Grècia dels clàssics és la d'ara. Després de ser província romana, esdevé part de l'imperi d'orient, és parcialment colonitzada, les illes Jòniques, pels normands primer i per Venècia a partir del segle XVI, i neix com a nació quan al segle XIX es revela contra l'Imperi Otomà en ràpida decadència que domina el territori, l'economia, els costums i la cultura. La guerra al turc té èxit inicial fins que la Grècia de Venizelos, el somni de reconstruir l'imperi de dos continents i cinc mars, de retrobar la glòria del passat, ensopega al 1923 amb el creador de la Turquia moderna, Kemal Ataturk, que reconquista Àsia Menor i part de Tràcia i guanya una guerra que deixa ferides al nacionalisme grec encara no del tot curades.

Va patir Grècia l'ocupació alemanya de 1941 a 1944 que va dividir el país entre nacionalistes i col·laboracionistes i va ser l'origen d'una guerra civil, dretes contra esquerres, que va durar fins al 1949 i va fer més de 250.000 morts en un país de set milions d'habitants.

Quan el miratge d'Europa es va fer realitat amb forca, es va iniciar als vuitanta amb l'entrada de Grècia al mercat comú i es va reforçar amb l'adopció de l'euro com a moneda al 2002 i l'èxit dels Jocs Olímpics al 2004, totes aquelles angoixes i fracassos del passat, la colonització primer i l'oblit després de Franca i d'Anglaterra en acabar la primera guerra als Balcans, l'acolliment d'un milió de grecs que van haver de marxar de Turquia al final de la guerra perduda, l'ocupació alemanya i la guerra civil, l'emigració forçada per la fam i la misèria, els errors propis del grecs en política exterior a l'illa de Xipre, que de ser un estat grec associat es veu partida amb Turquia, semblava que eren històries del passat que podien ser oblidades per sempre. És per això que la crisi és ara tan dura per a un país que torna a ser condicionat i forçat a realitzar polítiques a les quals no veu ni fi ni sortida. S'ha contret l'economia grega el 10% des del 2009, i és objectivament cert que aquesta política és difícil visualitzar on porta Grècia i també Europa. Que sigui ara la mateixa Alemanya que els va envair fa 70 anys la que obligui Grècia a la política de reducció de despesa, d'estalvi i d'empobriment a curt termini no ajuda a l'optimisme. Hi ha hagut 1.725 suïcidis en els últims dos anys i això demostra una profunda manca de confiança en un mateix i d'esperança en un futur millor. Fa palès el patiment d'un país que es considera l'origen i el centre del pensament i de la cultura d'occident però no se sent ni reconegut ni valorat ni estimat. Els pobles, com les persones, necessiten confiança i autoestima per lluitar contra les dificultats de l'avui amb l'esperança d'un demà millor... És una paradoxa, però Grècia necessita Ítaca. 



lunes, 13 de agosto de 2012

LA CRISIS IMPULSA LA VENTA DE BICICLETAS EN GRECIA



La difícil situación económica de Grecia ha obligado a miles de negocios a cerrar, una de cada cinco personas está en el paro y ha erosionado la calidad de vida de millones de griegos. Pero para el fabricante de bicicletas Giorgos Vogiatzis, no todo son malas noticias.

La crisis ha vuelto a subir a los griegos, cortos de dinero, a sus bicicletas, antaño percibidas como un signo de pobreza o sencillamente una actividad de riesgo, y los fabricantes griegos se están preparando rápidamente.

El alto coste de los impuestos en la carretera, el combustible y las reparaciones está obligando a los griegos a dejar sus coches en masa. Según las estadísticas gubernamentales, el número de coches en las carreteras griegas ha caído más de un 40 por ciento en los últimos dos años. Por su parte, en 2011 se vendieron más de 200.000 bicicletas, un aumento de más del 25 por ciento respecto al año anterior.

La venta de bicicletas, y de equipamiento como cascos o rodilleras, se está extendiendo rápidamente por la capital, llegando incluso a las tiendas de recuerdos de las atestadas calles peatonales en el distrito turístico de Plaka.

"Se están expandiendo como champiñones", dijo Vogiatzis, que diseña y construye bicicletas a medida en su taller de la isla de Rodas.

Ex ciclista de la selección griega, Vogiatzis abrió su negocio a mediados de los 80, combinando su amor por el dibujo y las matemáticas, pero sólo recientemente ha visto una explosión en las ventas de unas modestas 40 bicicletas al año a más de 350.

"No hay más dinero para lujos y eso ayuda", dijo Vogiatzis, que trabaja intensamente con otros dos empleados para cubrir la demanda de todo tipo de bicicletas, algunas profusamente pintadas a mano con colores brillantes y otras decoradas con la bandera de Grecia.

"Hay gente a la que nunca le ha interesado el ciclismo que está comprando bicicletas", añadió. Vogiatzis exporta ahora a siete países, incluyendo Estados Unidos y Alemania, y ha abierto tiendas por toda Grecia, incluida Atenas, donde la competencia es intensa.

Al contrario que los escaparates cerrados de la capital que se han convertido en doloroso recordatorio de la peor crisis del país desde la Segunda Guerra Mundial, los propietarios de tiendas de bicicletas estiman que al menos se abrió una tienda nueva cada mes de 2011.

Vogiatzis se ríe: "Cada vecindario tiene su propia tienda de bicicletas, son como tiendas de kebaps".




Sólo puede ir a más

Con los precios del combustible catapultados por los impuestos a 1,72 euros el litro en julio, una de las tasas más altas de Europa, la cultura de la bicicleta puede tener un gran desarrollo.
"Mucha gente está empezando a verlo como una alternativa", dijo Tolis Tsimoyannis, aficionado al ciclismo que importa bicicletas plegables desde Taiwán.

Tsimoyannis, que abrió su negocio en 2006, dijo que había visto un incremento de la demanda respecto a los dos años anteriores, y muchos de sus clientes eran estudiantes y personas de mediana edad con problemas para llegar a fin de mes. Ahora su negocio ha empezado a decaer, pero no por una caída de la demanda, sino porque abrir muchas tiendas de bicicletas implica que todas se llevan una cuota más pequeña del pastel.

Pero aunque las perspectivas para la economía en recesión de Grecia sigan siendo desalentadoras y muchos temen que la crisis se intensifique aún más en los próximos días, los fabricantes de bicicletas son optimistas y entusiastas con la idea de que el sector de las bicicletas sólo puede crecer.

"Esto sólo puede ir a más", afirmó Tsimoyannis.








jueves, 9 de agosto de 2012

EDWARD LEAR Y LAS ISLAS JÓNICAS



Corfú sigue celebrando por todo lo alto, con una gran exposición, los doscientos años del nacimiento de uno de sus más ilustres admiradores: el pintor, escritor, humorista y gran viajero inglés Edward Lear.

Nacido en un suburbio londinense en 1812, Lear mostró desde muy temprana edad unas especiales dotes como dibujante, aptitudes que le llevaron a ganarse la vida con el dibujo de láminas e ilustraciones para la Zoological Society y el British Museum. Más tarde, patrocinado por Lord Stanley, conde de Derby, Lear realizó una serie de viajes en los cuales inmortalizó los más recónditos paisajes de Grecia, Albania, el sur de Italia y el Medio Oriente. 


Edward Lear (1812-1888)

A pesar de su débil salud, Edward Lear viajó por la Grecia del siglo XIX, realizando bocetos que serían la base de posteriores magníficas obras a la acuarela o al óleo. Visitó por primera vez Corfú y las Islas Jónicas en 1848, y desde entonces regresó al archipiélago en varias ocasiones e incluso llegó a establecerse en Corfú cuando, en 1855, su compatriota y amigo Franklin Lushington fue nombrado Juez de la Corte Suprema de las Islas Jónicas. 

Edward Lear.  Vista de Corfú desde la villa de Análipsi

Lear, que siempre mantuvo excelentes relaciones con la alta sociedad londinense, consiguió, gracias a sus excelentes paisajes y a sus textos de viajes, convertir a Corfú en destino preferente de los viajeros de la época y colocar los paisajes de la isla, a través de sus cuadros, como adorno de los mejores salones de Europa. Entre los compatriotas que mostraron su entusiasmo por la obra de Lear se encontraba nada menos que la reina Victoria, a quien dio varias clases de dibujo en la Osborne House y en el Palacio de Buckingham.

Edward Lear. Vista de la Antigua Fortaleza de Corfú

Justo doscientos años después del nacimiento del artista, la obra de Edward Lear regresa a Corfú con motivo de la exposición Edward Lear y las Islas Jónicas, que se exhibe desde el pasado 25 de mayo en el Museo de Arte Asiático (Palacio del Arcángel San Miguel y de San Jorge) de la capital corfiota. Allí pueden contemplarse 93 obras del pintor de Grecia, como era conocido el artista en los círculos burgueses de Londres. Se trata de bocetos, grabados, acuarelas y óleos que reproducen los paisajes del archipiélago jónico y que se distinguen por su visión romántica y por una expresividad que nos maravilla de la misma manera que logró entusiasmar, en su época, a los contemporáneos del artista, que falleció en 1888 en la ciudad italiana de San Remo, donde descansan sus restos bajo el sol mediterráneo que tanto amó.

Edward Lear. Corfú - Paleokastritsa (detalle)



Edward Lear y Las Islas Jónicas
Corfú. Museo de Arte Asiático
Hasta el 31 de agosto



Texto escrito exclusivamente
para lapasiongriega.blogspot.com



EL LOGOS ENAMORADO

El logos enamorado
Homosexualidad y filosofía en la Grecia Antigua
María R. Gómez Iglesias
Ediciones Evohé
Colección Evohé Didaska
438 páginas - 19,70 € 

María R. Gómez Iglesias nos ofrece un ensayo acerca de la sexualidad griega, sobre todo en su faceta homoerótica, que mezcla estudio textual e iconográfico. Muy completo en sus fuentes, sin complejos en las conclusiones, el texto nos brinda un recorrido por la historia de Grecia exhaustivo y profundo.

Un libro excelente para conocer qué opinaban los griegos de su sexualidad y cómo la afrontaban desde un punto de vista riguroso y exigente, para saber  qué tipos de amor y cuántos contemplaban. Un ensayo sin parangón en la literatura española.

María R. Gómez Iglesias nació en Ourense. Se licenció en Filosofía y Ciencias de la Educación en la Universidad de Santiago de Compostela y se doctoró en Filosofía en la UNED en el año 2006 con una tesis titulada La enseñanza de la virtud en el Protágoras platónico. El tribunal estuvo presidido por el profesor Emilio Lledó. Es profesora de secundaria.

Ha publicado un libro de poesía, Como un collar que podría ser de muerte, editado por la Fundación María del Villar, y cuentos en volúmenes colectivos. Ha recibido varios premios literarios.


www.edicionesevohe.com


jueves, 2 de agosto de 2012

CANTOS URBANOS DE LOS GRIEGOS DE ORIENTE: "DE ESMIRNA AL REBÉTIKO"

AEOLIAN REBETIKO BAND. Grecia
Solon Lekas - Ivi Dermanci, cantantes
Kyriakos Gouventas, violín
Andreas Tsekouras, guitarra
Andreas Katsigiannis, sandouri


Ciclo Nansa Intercultural
Iglesia de San Pedro
Tudanca (Cantabria)
Domingo 12 agosto, 20:00 h


Concebido como una «búsqueda y proyección desde las esencias de Cantabria hasta las geografías más remotas de la cultura universal», el ciclo Nansa Intercultural regresa este verano convertido en una de las propuestas más singulares del calendario cultural de la comunidad cántabra. La Fundación Botín, que ha apostado por este valle para emprender numerosas iniciativas pioneras, en lo que se refiere a patrimonio especialmente, creó este programa de conciertos y encuentros musicales vinculado al Festival Internacional de Santander y su presencia en los Marcos Históricos de la región.

En la que será ya su quinta edición, Nansa Intercultural ha previsto en el mes de agosto seis conciertos que repasarán la música de arrabal: aquella que surgió a finales del siglo XIX y principios del XX en los suburbios de las grandes ciudades, sobre todo portuarias, «fruto del mestizaje cultural que se produce con la llegada masiva de inmigrantes en busca de una vida mejor».

Las Iglesias del Valle del Nansa serán de nuevo escenario de este ciclo que se desarrollará en el marco de la 61 edición del FIS. El pasado año estuvo dedicado a la mística del canto que impregnó a toda la Edad Media de emociones culturales diversas a través de una forma característica de cantar, la «monodia», cauce expresivo para lo religioso y para lo profano.

Nansa Intercultural discurre fruto de un proceso de investigación que trata de estimular «la incorporación de nuestras gentes a un mundo cada vez más mestizo y diverso». El programa 'Patrimonio y Territorio' de la Fundación Botín, cuyo objetivo es promover un desarrollo sostenible en un espacio rural de Cantabria, este Valle del Nansa y Peñarrubia, «considera los recursos naturales, paisajísticos, culturales, económicos y, sobre todo, humanos de esta zona como un patrimonio que debe entenderse y gestionarse como un todo, de forma global y mediante acciones de carácter transversal».

El grupo Aeolian Rebetiko Band de Grecia interpretará los cantos urbanos de los griegos de Oriente. La cooperación entre los componentes de este grupo se inició en 2001 con la creación en la ciudad de Volos de una banda que se basa en la forma de un cuarteto de mandolinas. El programa recoge la amplia riqueza musical y temática del cancionero griego.